Sebastián Godínez Rivera

Las elecciones legislativas del 30 de junio no fueron una sorpresa para el mundo, al contrario, han sido de las pocas en las que los sondeos y los resultados solo se diferenciaron por 2 puntos porcentuales. El mundo presenció una victoria contundente del partido de derecha, Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen.

Se ha especulado sobre la decisión del presidente Emmanuel Macron para adelantar estos comicios tras la victoria del nacionalismo en las elecciones del Parlamento Europeo. Desde generar un desgaste a RN rumbo a las presidenciales de 2025 hasta la apuesta del ejecutivo para recuperar algunos escaños en la Asamblea Nacional. No obstante, los resultados palpables hablan de una insatisfacción con los partidos tradicionales y el macronismo.

Marine LePen logró capitalizar el malestar de la crisis económica, la inmigración y la expansión del euroescepticismo, visión que considera que la Unión Europea es dañina para su país. Recordemos que la líder de RN compitió dos veces frente al hoy presidente y en ambas perdió en la segunda vuelta; en política nada está escrito y las derrotas le permitieron conjuntar una base social respetable.

A esto se suman las políticas liberalizadoras de Macron que causaron huelgas en Francia, protestas de sectores de jubilados, así como un desencanto con su política europeísta. RN hizo una lectura del entorno y se reformó; rompió los lazos con su fundador Jean Marie-Le Pen, quien era conocido por sus posiciones fascistas. En contraparte, Marine optó por adecuar su retórica a una derecha agresiva, pero que dista mucho del fascismo.

Además, la insatisfacción con la democracia es un factor relevante para analizar a los países; en la historia de la Quinta República han gobernado socialistas, republicanos, liberales y el macronismo. La sociedad ha optado por una nueva fuerza política que aspira a formar un gobierno en el parlamento y luego ganar la presidencia en 2025; a pesar de que el crecimiento de este partido ha sido paulatino, un sector poblacional considera que puede haber un cambio.

La aparición de una fuerza que no ha ganado el poder siempre genera curiosidad y hasta cierto punto es atractiva para el electorado. Esto se ha traducido en el 34% de la votación para RN; seguido por la coalición de izquierdas y verdes Le Nouveau Front Populaire (NFP) que obtuvo 28%; y finalmente el oficialismo que obtuvo el 20%. Más allá de los números, la derecha se ha fortalecido y se ha convertido en la minoría más votada, ahora, la oposición tiene que jugar estratégicamente si desea ganar terreno.

Los líderes de NFP declararon que retirarán las candidaturas de los distritos en los cuales quedaron en tercer lugar. Una estrategia inteligente para un sistema de segundas vueltas porque construye la imagen de que solo hay dos opciones y en algunos casos votar por quien menos disguste. Por otro lado, esto puede ser contraproducente ya que el voto se mueve de acuerdo a intereses y emociones, que no necesariamente se traduce en un voto a la oposición.

La victoria de RN desató protestas en varios puntos del país acusando al partido de fascismo y nazismo. En algunos discursos se habló de la pérdida de la democracia, se emuló la victoria del lepenismo con el ascenso del nazismo y de la pérdida de derechos. Sin duda esos discursos fueron alentados por la molestia del triunfo, pero nada está escrito aún, ya que el ballotage para quienes obtuvieron más del 12% de los votos será el 7 de julio, lo cual dará forma a la nueva Asamblea Nacional.

Por otro lado, el Primer Ministro Gabriel Attal dio una conferencia en la cual llamó a que se impida que RN gane la mayoría absoluta y llamó a que los candidatos macronistas que estén en tercer lugar se retiren de la contienda en favor de la alianza izquierdista. Empero, en las palabras del Premier existe ya un reconocimiento de que el lepenismo será una fuerza respetable en el congreso, su llamado fue en el sentido de construir contrapesos en el legislativo.

Attal es la carta fuerte del macronismo no solo para hacer frente a la derecha nacionalista, sino que prentende dotar de un sentido de juventud a la política gala. Es el miembro más joven de la Quinta República en haber ocupado un ministerio y ser el jefe de gobierno, aunado a que es el primer caso de un político abiertamente homosexual. Sobre todo, el papel que juega Attal es preponderante, ya que cuando el presidente y el premier son del mismo partido, el segundo debe ser una persona de su confianza.

Ante este panorama polarizado y donde la derecha figura como la favorita para formar gobierno, también hay un perfil que pretende atraer los votos de las nuevas generaciones. El dirigente de Rassemblemnte, Jordan Bardella, un hombre de 35 años es la carta más fuerte para convertirse en Primer Ministro; sobre todo porque encuetas como YouGov o de algunos diarios como Le Monde, han arrojado que muchos jóvenes, cerca del 25%, votan por la derecha nacionalista.

La disputa entre la derecha y la izquierda puede cambiar en estos seis días de campaña, mientras que el oficialismo aspira a recuperar escaños y posicionarse como un muro frente a Le Pen. Habrá que esperar a la segunda vuelta del domingo y corroborar si la estrategia de reducir a dos opciones es efectiva o contraproducente; así como la movilización de las juventudes que tienen a dos perfiles jóvenes a las puertas del poder. Sin embargo, hay otro factor que puede dar un último impulso a la derecha europea.

La derecha ha tenido una racha de victorias en el Parlamento Europeo convirtiéndose en un bloque importante; el crecimiento de Alternativa por Alemania podría incentivar el nacionalismo; la aplastante victoria de Trump en el debate puede envalentonar a los perfiles más radicales. Con estos ejemplos, he descrito perfecto a la ola de derechas que recorre el mundo y que sin duda es un motor para quienes aspiran a ganar el poder. Los discursos ya no son políticamente correctos, el conservadurismo se volvió una forma de rebeldía y sus propuestas agresivas seducen al electorado.

Como diría el historiador Pablo Stefanoni en su célebre libro: la rebeldía se volvió de derecha.