Sebastián Godínez Rivera 

El título es alusivo a una columna que escribió Guadalupe Loaeza en 1982 en el famoso texto Las Niñas Bien, el contexto del escrito es la crisis económica de ese año y el panorama político que se vivía. Sin embargo, ¿ por qué he elegido este título para éste artículo? Aquí mi explicación y el desarrollo.

El resultado de los comicios del 2 de junio ha dado mucho de qué hablar y reflexionar sobre el devenir del país. Es cierto que genera incertidumbre y miedo la fuerza que han cobrado Morena, Claudia Sheinbaum y López Obrador; no obstante, la democracia pende de un hilo y hay varias voces que no alimentan el debate, sino la desinformación. Los comentarios solo generan tensión y en muchos casos nerviosismo.

El estrés que genera la reforma judicial y la idea de pensar sobre una elección de jueces, magistrados y ministros es impensable. La democracia pende de un hilo, porque el único poder que generaba un contrapeso ahora busca ser dinamitado. Mientras un falso mesías habla sobre la democracia y virtud para disfrazar su venganza. Por favor ya no hablen de política.

Por otro lado, la UNAM se mantiene atemorizada por los coletazos que ha dado López, violentando la libertad de cátedra, pensamiento e injuriando a toda la comunidad. Un personaje tan oscuro que considera a la educación como un vehículo para adoctrinar y formar un proyecto autoritario que sea aplaudido por una masa que solo aclama la destrucción institucional. 

El presidente y la presidenta electa buscan el avance de su proyecto autoritario y concentrador de poder; deformando el concepto de democracia, pluralismo y divergencia. Utilizando la ley de la mayoría, como si de un cheque en blanco se tratara justifican sus ideas para lastimar los contrapesos, la división de poderes y a la gente que no concuerda con su proyecto político. 

Desde varios lados resuenan las voces de la ignorancia como Ricardo Monreal, Olga Sánchez Cordero o Arturo Zaldivar, quienes se dicen conocedores del derecho, pero justifican un modelo que asfixiará la justicia. Las voces radicales como Fernández Noroñoa, Mario Delgado o Citlali Hernández aplauden sin cuestionar el autoritarismo que se gesta dentro de una república silenciada. ¿Y si ya no hablamos de política?

La preocupación que generan las 20 reformas que propuso López Obrador y Sheinbaum abrazó, ponen a temblar al 46% de la población que no votó por ellos. Dicen que gobernarán para todos, pero no es así, lo harán para los suyos y para quienes limpien su pasado uniéndose a la 4T. Al oficialismo le molesta que la ciudadanía no piense de forma homogénea y cuestione su actuar; se preguntan con furia ¿cómo es posible que no aplaudan mis acciones?

Para muchos los comicios del 2 de junio fueron un referéndum entre el populismo que ha seducido a un sector grande del país, frente al otro que advertía sobre los riesgos de una supermayoría. La polarización antepuso las emociones en ambos bandos y el primero se impuso sobre el segundo. La sociedad mexicana anhela el paternalismo y que un gobierno omnipotente resuelva los problemas, pero ¿ la democracia?

Esta última no satisfizo a las y los mexicanos, el crecimiento económico, la inseguridad, la pobreza y la desigualdad no se erradicaron. Los vicios del autoritarismo priísta siguieron presentes y coexistieron con la transición, lo cual no generó bienestar para las familias. Los resortes autoritarios y hegemónicos sólo aguardaban pacientemente para rebotar y dar impulso al nuevo gobierno. Por favor, ya no hablemos de política ¿Sí?

Es difícil tener ideas claras cuando la incertidumbre invade a la gente y al país; parece que México entrará a un túnel oscuro para abrazar su pasado hegemónico. El anhelo por una monarquía sexenal está latente y eso pidieron los ciudadanos el día de las elecciones. La preocupación y las preguntas que me invaden son ¿Qué pasará con el Poder Judicial y sus trabajadores? ¿ Las instituciones electorales resistirán? ¿ Es momento de despedirnos de la democracia? ¿qué pasará con las universidades y centros de pensamiento, también serán cooptados? 

Asimismo, se escucha la incertidumbre de otras voces, que si las y los comunicadores serán perseguidos o censurados; los defensores del medio ambiente y derechos humanos ¿qué pasará con ellos?; la gente enferma necesita sus medicinas y muchos han muerto sin ellas; la economía pende de un hilo ¿ resistirá? ¿Habrá crisis como en el 76, 81 o 94?. 

Son muchas las ideas que invaden el pensamiento, mientras las noticias fluyen con gran velocidad, la infodemia se propaga y las opiniones brincan por doquier. Unos cuestionan la forma en que votaron tachándolos de ignorantes, mientras que su contraparte los señala de corruptos. Sheinbaum ha presentado a parte de su gabinete, algunos dicen que es una buena señal, pero así empezó López Obrador en 2018 y luego el país se desmoronó¿Aún hay que hablar de política?

Brincan otras incógnitas productos de la especulación, pero también basadas en lo que hemos vivido estos cinco años y medio. ¿Se asfixiará a la UNAM? ¿ La academia podrá seguir haciendo investigación con libertad? ¿ Shenibaum tendrá un estilo personal de gobernar o será López quien ejercerá el poder?  Por favor, ya no hablen de política ¿Sí?. Mientras que otras dudas surgen ¿ la oposición de verdad vale la pena? ¿ qué pasará con ellos, estarán a punto de desaparecer? ¿ alguno de los nuevos partidos logrará capitalizar el enojo y preocupación de la ciudadanía? 

Por favor, ya no hablen de política ¿Sí?