
Sebastián Godínez Rivera
El mundo ha visto la creciente influencia de los militares en aspectos de la vida pública que tradicionalmente correspondían a los civiles. Ya sea por el ascenso de líderes populistas, la inestabilidad de las naciones o porque los ejecutivos dotan de facultades a las Fuerzas Armadas (F.F.A.A) para coadyuvar en la vida del país.
El concepto en sí proviene de la historia clásica de Roma, cuando este era un imperio y constantemente la Guardia Pretoriana, que cuidaba al emperador, cesaba al gobernante en turno y erigía a otro. Las historias como la de Calígula, cuando asumió el poder elevó el salario de esta guardia para asegurar su mandato, aunado a esto los dotó de una mayor influencia en el antiguo imperio; al final, el emperador no logró su cometido y murió asesinado.
Sin embargo, en un contexto más moderno el pretorianismo hace referencia a la influencia de los militares en la política de un país. Daniel Headrik sostiene que “el pretorianismo es un militarismo hacia el interior, propio de las naciones de orden menor, que no pretende hacer ni ganar guerras, sino mantener su influencia en el sistema político, controlar las decisiones que afecten a sus intereses o apoyar a una facción política”. (Headrik, 2011: 59).
Ahora bien, el concepto de democracia pretoriana fue acuñado por Chaltram Singh y Michael Bailey, quienes estudiaron la influencia de las fuerzas castrenses en países que no eran democracias en toda su extensión. Es decir, estos regímenes tienen elecciones libres, libertad de expresión, partidos políticos, pero los militares tienen un alto grado de influencia en quienes asumen el poder.
Como podemos ver es una forma de control al interior de un país, esto no tiene fines militares hacia el exterior o mostrar su fuerza, al contrario, las F.F.A.A se mantienen como un grupo de poder hacia los gobiernos civiles o militares. Su poder no solo reside en que tienen las armas para deponer o imponer a un personaje, sino que cuentan con diversas formas de influir en el sistema político; esto hace que quien llega a la primera magistratura tenga que tomarlos en cuenta.
Sin embargo, la fuerza bruta no lo es todo, algunos politólogos como Samuel E. Finer en Los militares en la política mundial ha identificado cuatro formas en las que los militares influyen en la política. Estas son:
- Influencia: los militares a través de la élite castrense influyen en el gobierno para que sean tomados en cuenta en la toma de decisiones. No significa que quieran tomar el poder, al contrario, buscan que sus puntos de vista sean tomados en cuenta. Una particularidad de este tipo, es que no rompen con el orden constitucional e institucional establecido
- Chantajes: a diferencia de los primeros, las F.F.A.A no solo buscan que sus posiciones sean tomadas en cuenta, sino que tienen algunas carteras o espacios en el gobierno que defienden. Incluso llegan a hacer insinuaciones sobre desconocer los límites legales del gobierno, ponen sobre la mesa la posibilidad de no colaborar e incluso derrocar al gobierno.
- Desplazamiento: se refiere a la ruptura del orden constitucional, es decir, un golpe de estado; esta puede darse por la influencia de factores externos, inconformidad con la política de un gobierno o la meta de conseguir el poder. Esta puede manifestarse de dos formas: golpe de estado y un pronunciamiento de un sector castrense.
- Suplantación: al igual que la anterior, toman el poder e instauran un régimen autoritario.
Luego de establecer los escenarios en los que el pretorianismo surge, es necesario precisar que en los puntos 3) y 4), la característica de democracia desaparece debido a la instauración de un autoritarismo. Sin embargo, es solo en el 2) donde los militares respetan el marco, pero tienen una capacidad de chantaje fuerte para amagar con la ruptura del orden institucional.
Para ilustrar la teoría, es posible visualizar Pakistán, una nación que tiene instituciones y reglas democráticas, pero los militares buscan que sus posiciones sean respetadas y sus puntos de vista puestos en práctica. Incluso, fungen como sostén de la democracia y garantes de la estabilidad o inestabilidad de los sucesivos gobiernos. Hago hincapié en que no son regímenes democráticos puros, consolidados o imperfectos, sino que se encuentran en medio de las democracias y el autoritarismo.
Es importante tener en cuenta las categorías de análisis y delimitar los conceptos para tener un entendimiento sobre los casos de estudio. Si bien, no son democracias en la extensión de la palabra, tampoco son regímenes autoritarios en su totalidad; al contrario, pueden ser catalogados como democracias con adjetivos (Levitsky y Collier, 1997) las cuales han servido para brindar categorías de análisis más exactas y robustas que expliquen la realidad.
