
Sebastián Godínez Rivera
El 2025 inició de forma convulsa para los canadienses, puesto que luego de que a finales de 2024 el Primer Ministro, Justin Trudeau enfrentó dos mociones de censura que no prosperaron, el 6 de enero anunció su dimisión. En la política no hay sorpresas, sólo sorprendidos, la renuncia de Trudeau solo es la materialización de diversos factores que se fueron conjugando en su contra debido a la cuestionable gestión de la relación trinacional con Estados Unidos y México, derivado de la victoria de Donald Trump.
Los sistemas parlamentarios han sido cuestionados desde la Ciencia Política, puesto que varios autores han cuestionado su fragilidad para sostenerse. Estos pueden caer si la coalición gobernante se disuelve como en el caso de Alemania; o si factores internos y externos sacuden al sistema como el caso canadiense.
Trudeau no resistió la presión del presidente electo Donald Trump, quien desde finales del 2024 señaló a su vecino de aprovecharse de la Unión Americana. A esto se sumaron las amenazas de aranceles y los cuestionamientos de que Estados Unidos invierte muchas subvenciones. Las declaraciones del republicano escalaron cuando sugirió que Canadá debía sumarse al país y ser el estado 51; en palabras del magnate “si Canadá se une a Estados Unidos, Trudeau sería un excelente gobernador”.
El discurso mermó su capacidad de acción y el premier se limitó a responder, lo cual fue tomado como una posición sumisa. Algunas otras voces como la Primera Ministra de Alberta, Danielle Smith, llamó a la defensa del país y a la exclusión de México del Tratado de Libre Comercio. Por otro lado, Doug Ford, premier de Ontario, rechazó las amenazas de Trump y declaró que los aranceles serían perjudiciales para el otro socio.
Estos personajes rebasaron al discurso oficial y Trudeau mantuvo una retórica laxa que solamente mostró debilidad ante Trump. Sobre todo, es necesario abordar este aspecto, ya que el republicano maneja el país como sus empresas y él sabe que si intimida a un socio entonces este deberá aceptar sus condiciones. El premier liberal no supo leer el momento político y fueron estos eventos exteriores los que cimbraron su administración.
Sin embargo, en el interior el gobierno de Trudeau ya estaba debilitado desde los cómicos de 2021 en los cuales ganó como primera minoría, pero para formar gobierno debió conseguir apoyo con otros partidos. El sistema canadiense, no es un bipartidismo perfecto como lo describió Arendt Liphart como el Reino Unido, donde el ganador se lleva todo. Al contrario, en Canadá existen otros partidos que fragmentan el tablero político y necesitan de otras fuerzas políticas.
Los liberales perdieron la racha de victorias y en 2021 debieron tender nexos con el Nuevo Partido Democrático. A finales del 2024 este actor se sumó a la oposición para impulsar una moción de censura. Las razones fueron que debido a la inflación, el encarecimiento de la vivienda y la caída de su popularidad. Esto ha sido capitalizado con su principal opositor Pierre Polivere, del Partido Conservador, quien ha logrado hacer campaña con los fracasos de la administración liberal.
También, la renuncia de la Ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, quien se opuso al presupuesto derivado del nacionalismo económico trampista y la propuesta de incrementar los impuestos a los canadienses. La ministra renunció y declaró que le habían ofrecido otro cargo, pero que no aceptaría. A esto se sumó la rebelión de algunos diputados liberales que pedían la dimisión de Trudeau.
En los sistemas parlamentarios, los miembros de un solo partido pueden tensar la relación para que haya un cambio, puesto que el líder del partido también es el líder del gobierno si este tiene el poder, si no es así entonces dirige la oposición. Los cuestionamientos de un liderazgo pueden llevar a la caída del gobierno, si estos votan por retirar la confianza; si bien, solo fueron algunas voces las que criticaron la gestión de Trudeau, esto fue un factor de poder que debilitó su mandato.
Sumado a lo anterior, la aparición de Pierre Polievre en el escenario canadiense quien utiliza una retórica agresiva. El político conservador es apodado “el Trump canadinese”, sin embargo, su retórica agresiva ha servido para seducir a la población y encabezar los sondeos electorales. Liderazgos estridentes no son nuevos, pero tras casi 10 años de un gobierno libeal, moderado y progresista, los conservadores han cautivado a la audiencia.
Trudeau ha cuestionado a su adversario de ser radical, atacar la libertad y tener la fórmula incorrecta para implantar en el país. Más allá de las declaraciones, lo cierto es que el premier desgastó la imagen de su partido y con ello lo ha arrastrado hasta el cuarto lugar de las preferencias electorales. Por ahora, deberá buscarse a un sustituto que ocupe el cargo de Trudeau hasta las elecciones de octubre o incluso podrían llamarse a comicios anticipados.
El desgaste del gobierno canadiense no era ninguna sorpresa, sino que fue un largo proceso desde la segunda mitad de 2024 y se consolidó en los primeros días del 2025. Otra lectura de este evento, puede ser que es resultado de lo que se avecina para el mundo y la fortaleza de Trump con la que llegará a la Casa Blanca el próximo 20 de enero.
