Sebastián Godínez Rivera

No es novedad que desde el sexenio pasado las Ciencias Sociales han sido señaladas de conservadoras, corruptas y servir al neoliberalismo. Acusaciones ramplonas por parte del oficialismo que buscan alinear la investigación con el proyecto político. Por eso, este texto está dedicado a un artículo académico publicado en Journal of Democracy por tres prominentes politólogos mexicanos.

Azul Aguiar Aguilar, Rodrigo Castro Cornejo y Alejandro Monsiváis-Carillo quienes escribieron el texto ¿Está México a las puertas del autoritarismo?, dicho escrito es un análisis técnico y objetivo sobre diversas aristas bajo las cuales la y los autores diagnostican el estado de la democracia y el sistema político tras el primer gobierno de la autonombrada Cuarta Transformación. El texto ha sido objeto de descalificaciones y cuestionamientos que no versan sobre argumentos científicos analíticos, sino pasionales y viscerales.

El objetivo de escribir un texto sobre una publicación académica es para dejar claro que cuando los líderes autoritarios se enfocan en limitar el conocimiento científico. El politólogo Juan Linz, uno de los más importantes transitólogos, habló sobre la diferencia entre la mentalidad y la ideología autoritaria. La primera se caracteriza porque tiende a ser pragmática y carece de bases fuertes para la imposición de un manto ideológico que obligue a la ciudadanía a moldear su pensamiento.

Los autoritarismos optan por la mentalidad ya que no aspiran a controlar el ámbito privado de las personas, esto es un distintivo esencial y que da pie a las distintas categorías de los regímenes no democráticos. Por otro lado, el totalitarismo conceptualizado por Hanna Arent o Joan Solé si cuenta con un elemento de sometimiento del pensamiento, la invasión de la vida privada y el control de la academia, en aras de que el proyecto político colonice a la Ciencia.

Ahora bien, hay un elemento que debe sumarse a la discusión y es el populismo; sin afán peyorativo este se caracteriza porque tiene un amplio desprecio por los datos duros, los hechos, la investigación y la Ciencia como lo relata Raúl Trejo Delarbe en el libro Populismo y posverdad. Los líderes populistas reducen el conocimiento a fraseos, otros datos o el simple desprestigio de la comunidad académica.

Las constantes amenazas contra las Ciencias Sociales han sido documentadas a los largo de la historia y en perspectiva de varias naciones. Proyectos que miden la calidad de la democracia como V-DEM, IDEA Internacional o Freedom House han configurado indicadores que versan sobre la libertad de cátedra, la libertad de publicación y el desarrollo de las ciencias duras y sociales. Estos han arrojado que países que viven bajo regímenes híbridos o no democráticos, el desarrollo de la Ciencia Política se estanca, por ende, se ve retrasado.

Por ejemplo, México que vivió durante setenta años de partido hegemónico vio mermado el desarrollo de las Ciencias Sociales hasta el último lustro de los años noventa del siglo XX. En naciones sudamericanas como Argentina, Chile, Paraguay o Brasil que tuvieron gobiernos militares se enfocaron en la formación de internacionalistas y diplomáticos, puesto que su objetivo era tener representación en otras naciones, pero no tener un desarrollo consolidado del análisis del poder.

Ahora, durante la segunda década del siglo XXI el ascenso de líderes populistas en varias partes del mundo la investigación está bajo acecho y los ejemplos son diversos. El gobierno de Perú en 2023 creó el Colegio de Politólogos que expide cédulas para tener un control y dicta las pautas de la investigación; en Europa del este en Polonia y Hungría se atacan a las universidades que cuestionan al gobierno; mientras que en países de Asia la libertad de cátedra  no existe, puesto que el Estado tutela las líneas de investigación.

En algunos casos estas naciones forman parte de lo que se denomina regímenes híbridos, combinan elementos democráticos y autoritarios, pero tienen una fijación con la investigación. Los liderazgos autoritarios del siglo XXI han visto en la academia un adversario político al cual deben denostar y minimizar; la ciencia ya no es vista como vehículo para el progreso, sino como un campo ocupado por la oposición.

Como científico social considero importante abordar este tema que cada vez es más latente en México y varias naciones lideradas por personajes autoritarios. Un texto escrito por investigadores como Aguiar, Castro y Monsiváis-Carillo no busca politizar el terreno académico, sino diagnosticar a un país. Es lamentable que seguidores del oficialismo pugnen por la descalificación y ataques que nada tienen que ver con la cientificidad.

A diferencia de otros personajes que han abandonado el instituto político o que han fallecido, Morales sigue vivo como líder moral y político del socialismo del siglo XXI en Bolivia.