
El desaparecido en México es una incógnita, es alguien que está perdido pero que nadie, salvo su propia familia, está buscando
En 1979 a pregunta expresa el dictador argentino Rafael Videla dijo -Frente al desaparecido, en tanto este como tal, es una incógnita … no está ni muerto, ni vivo, está desaparecido-, esto reflejaba la terrible indiferencia con la que se trataba a las personas que su propio gobierno o algunos grupos subversivos habían privado de la libertad para después ocultar su suerte o paradero, además de negar el hecho.
Pretendía pues el dictador y el gobierno que el desaparecido se mantuviera en la incertidumbre no había esfuerzo alguno para reconocerlo o para buscarlo, vaya una incógnita donde el tiempo lo conduciría al olvido.
En México estamos viviendo lo mismo, con la indiferencia del Gobierno de cualquier orden o tiempo; desde el inicio de esta crisis en el sexenio de Felipe Calderón se ha intentado negarla, desconocer las cifras, ignorar a las familias y criminalizar a las víctimas, si está desaparecido pues es porque en algo malo andaba, ¿o no?
Pero en el último sexenio el de López Obrador la crisis ha aumentado dramáticamente, solo en ese periodo se registraron setenta mil desapariciones, hay más de setenta y dos mil cuerpos sin identificar, ocho mil fosas o exhumaciones clandestinas, miles de fragmentos óseos de personas que reposan en gavetas o panteones, sin registro o identificación y sobre todo, en este ecosistema del dolor, cien mil familias que están buscando.
Una pregunta muy importante es ¿Por qué las familias están buscando? En un estado de derecho, la autoridad tendría que hacerse cargo de encontrar a la persona o determinar su paradero y en caso de la comisión de un delito, llevar ante la justicia a los responsables.
Pero en México, al igual que en la Argentina de Videla el desaparecido es una incógnita, tenemos una Comisión Nacional de Búsqueda, que no tiene con que buscar, una Fiscalía Especializada en Búsqueda de Personas quien dice que su función es perseguir el delito no buscar a las personas y un Centro de Identificación Humana en el Estado de Morelos que se encuentra deshabitado.
Vamos a explicar con más detalle el párrafo anterior, la Comisión Nacional de Búsqueda nació en 2018 con Karla Quintana como su directora, nunca tuvo el presupuesto y el personal suficiente para iniciar búsquedas individualizadas, es decir tener la denuncia particular y posteriormente asignarla a un agente para que iniciara una pesquisa que conlleve a conocer la suerte o el paradero de una persona. Solo tenía la capacidad de hacer jornadas nacionales para recuperar cuerpos y restos humanos, acompañadas de familiares que ubicaban fosas clandestinas.
La Comisión hoy día tiene menos de cincuenta personas en su nómina, su titular viene del Instituto Nacional para los Adultos Mayores, no tiene reglamentos, ni programas, no se reúne con los colectivos y sobre todo desde 2021, no busca a nadie.
La Fiscalía Especializada, desde el advenimiento de Alejandro Gertz se concentra en buscar a los responsables del delito, no a buscar a las personas; debe actualizar cada mes un registro nacional de datos forenses, el cual hoy día no existe, no ha formado policías ministeriales especializados en buscar personas, sobre todo personas con vida; para ellos el desaparecido está muerto por definición y por lo tanto hay que dar, sea por azar o coincidencia, con su cuerpo o sus restos, es decir la Fiscalía tampoco busca.
Así la indiferencia del Gobierno ante la crisis derechos humanos más grave de la Historia Nacional, para quienes el desaparecido es una cifra, una incógnita, que hay que dejar de hablar de él para que no afecte la popularidad de la presidenta.
El desaparecido en México es una incógnita, es alguien que está perdido pero que nadie, salvo su propia familia, está buscando.
