
Por Hugo Mena
La semana pasada en el Senado de la República se realizó un auto de fe al estilo de la Inquisición del siglo XIV, una persona fue obligada, (porque no se quien pueda creer que fue voluntario) a pedirle disculpas públicas al Presidente del Senado Gerardo Fernández Noroña.
Meses atrás este ciudadano y el senador tuvieron una discusión en la sala VIP de un aeropuerto, se ofendieron, quizá estuvieron a punto de llegar a los golpes, bueno esto no es un acto que deba aplaudirse, pero de no ser senador uno de los involucrados, como dirían en el barrio cada quien se va con su golpe.
Noroña, ofendido, decidió iniciar una querella judicial, ordenó (hermoso término para quien dice usar el poder para servir) que abogados del Senado, demandaran y coaccionaran a este ciudadano.
Obligado por el poder del Presidente del Senado, este ciudadano tuvo que pedir una disculpa pública disfrazada de acuerdo de conciliación, arrodillado ante el poder es el reflejo de un auto de fe, así como el presunto hereje era sometido a abjurar en contra de su voluntad, renunciando a sus derechos y cargando por siempre el sambenito de la humillación pública.
Sin lugar a dudas este acto es un elemento representativo del régimen dictatorial de Morena, nunca en la Historia Moderna, una persona había sido humillada de forma tan miserable por un político, tendría que ser un bufón como Noroña quien le diera está imagen al régimen.
Aún más miserable ha sido el silencio del partido en el poder, nadie ha condenado el hecho, (el que calla otorga), algún vocerillo ha dicho que no se expresarán las opiniones para no dividir al movimiento. Así que se concede este auto de fe, en aras de proteger la artificial popularidad de la presidenta.
Recuerda este singular hecho al caso “Padilla” en los años 60 en Cuba; Heberto Padilla fue arrestado después de recitar el poema Provocaciones, donde hacía una crítica a la Revolución Cubana.
Encarcelado tanto él como su esposa por más de cuarenta días, fue obligado a abjurar en contra de sí mismo, “reconoció sus errores y se nombró a si mismo traidor a la Revolución”, su escrito de arrepentimiento causó la ruptura de intelectuales latinoamericanos que apoyaban la entonces Revolución Cubana, entre ellos Vargas Llosa, Fuentes y Cortázar.
Condenado al exilio, Heberto Padilla se convirtió en un reflejo de la tiranía de Castro, que no le importó perder apoyos en el exterior, siempre que pudiera establecer un estado de excepción sobre la libertad de expresión, que perdura hasta hoy día.
Es imprescindible tomar postura frente a este hecho, el silencio como decía Mandela, solo nos ubica del lado de los opresores. Noroña pudo actuar bajo la aquiescencia del régimen, grave sería pensar que, con su apoyo, pero no habría que dudarlo; su indiferencia y omisión para condenarlo, refleja el autoritarismo vertical que se ejerce desde la Presidencia de la República.
El silencio de la Presidenta lo dice todo, no es indiferencia, por el contrario, exhibe su talante autoritario, el auto de fe en el Senado, es el caso Padilla del régimen, no están dispuestos a rectificar, lo que quieren es mostrarle al país como se debe tratar a los disidentes.
