
Sebastián Godínez Rivera
La elección del Poder Judicial puso aprueba la capacidad organizativa del Instituto Nacional Electoral (INE) y todo su personal. A pesar de los recortes presupuestales, la reducción de personal, el reducido tiempo y la construcción del marco normativo, el instituto cumplió en lo que respecta a la organización. En 7 meses se creó el marco geográfico judicial-electoral, la impresión de boletas, elaboración de simuladores de voto, lineamientos de fiscalización y sistemas de seguimiento.
El dardo envenenado que mermó la independencia judicial no impactó en el INE, puesto que como autoridad administrativa y en tiempo récord (7 meses). Es importante destacar que hay varias voces que cuestionaron el actuar del instituto y lo señalaron de “prestarse a la farsa”, sin embargo, como árbitro este cumple con una función constitucional y era su deber llevar la organización; independientemente de la participación que se obtuvo el pasado 1 de junio.
Para un proceso inédito, la estructura del instituto se movilizó y trabajó durante siete meses en los preparativos, empero, el trabajo en temas de cómputos, fiscalización y conformación de expedientes continúa. Además, es pertinente señalar que desde el día de la jornada el personal del Servicio Profesional Electoral Nacional y honorarios trabajó las jornadas extenuantes para llevar a cabo los cómputos. Las imágenes de Supervisores Electorales (SE) y Capacitadores Asistentes Electorales (CAE) contando y registrando boletas son solo una mínima parte de todo el trabajo realizado.
En lo que concierne a los trabajos de fiscalización, el volumen de información por la cantidad de candidaturas continúa, puesto que hay fechas establecidas. El INE lo logró, gracias a todas las personas que laburaron a antes, durante y que seguirán haciéndolo pasada la jornada. Tuve la oportunidad de ver con mis ojos a todo el personal trabajando en Juntas Distritales enfrentando la falta de espacio y adecuando el sitio para que el trabajo pudiera ser realizado de la manera más eficiente.
Además, las lluvias torrenciales no ayudaron a las y los trabajadores electorales durante esas largas noches; las delegaciones distritales abrieron sus propios canales de YouTube para que la ciudadanía pudiera dar seguimiento al conteo de votos. Hombres y mujeres que a pesar de tener contratos temporales, han dejado alma y cuerpo en cada edificio del INE solo tiene una explicación, sentido de responsabilidad, aunado a un férreo compromiso con la democracia.
No es una tarea menor, puesto que el reconocimiento para quienes sacrificaron tiempo con su familia, horas de sueño y espacios de esparcimiento, son muestra de que la ciudadanía respalda al instituto y en cada proceso electoral atiende al llamado del órgano electoral. Mujeres y hombres de distintas edades son parte de esta hazaña, desde jóvenes que buscaron su primer trabajo en el INE hasta viejos conocidos que cada proceso participa como capacitadores, supervisores, técnicos, capturistas entre otros cargos.
Por otro lado, tenemos a los miembros del Servicio Electoral que es mundialmente reconocido por varias naciones como un servicio profesional de carrera eficiente que asume con profesionalismo el cumplimiento de cada una de las actividades marcadas en el calendario del proceso electoral. Junto a todo su personal encabezaron las tareas asignadas para la organización del proceso como el voto anticipado para personas en estado de postración, los recorridos de verificación para la instalación de centros de capacitación, la aplicación de mecanismos de calidad al trabajo de SE y CAEs, así como la recepción de la papelería y los paquetes electorales que se utilizaron el día de la jornada.
Para muchas voces el INE no tenía idea de cómo realizar los trabajos para la elección judicial, sin embargo, se logró erigir un nuevo modelo para los comicios de personas juzgadoras. Si bien, la discusión estuvo marcada por si la entonces reforma judicial era para democratizar a este poder o para capturarlo, lo cierto es que el instituto cumplió con su función.
A diferencia de cada proceso, para las elecciones judiciales las candidaturas solo fueron recibidas por el INE; voces del oficialismo y la oposición exigían que el instituto fuera responsable de asignar a las y los competidores. El volumen de información superó al de las elecciones concurrente de 2024, puesto que ahora hubo 19 procesos locales y el resto del país estuvo inmerso en las elecciones de cargos nacionales y por circunscripción. Se habilitaron sitios como el conóceles y los simuladores de voto, porque era sabido el nivel de complejidad.
Como si fuera poco, la premura con la que el oficialismo empujó la reforma conllevó a que el modelo de elección judicial no fuera perfeccionado y tampoco diagnosticado como ocurre con cada proceso electoral. Al contrario, en el camino se intentaron subsanar las diversas áreas de oportunidad y el tiempo estaba sobre las y los trabajadores electorales; es importante mencionar que no todo es perfecto y no hacer autocrítica, claro que se debieron tomar medidas con antelación sobre los acordeones; delimitar sanciones más fuertes en temas de fiscalización; e incluso de forma comunicativa hacer frente a los embates que el INE recibió de todos lados.
No obstante, el cumplimiento no puede ser cuestionado porque con poco dinero, con 7 meses de arduo trabajo y con planeación puntual, el INE gracias a todo su personal organizó estos comicios inéditos. El debate no está en si la reforma era indicada o no, sino en que con horas de sueño, sacrificio, sudor y esfuerzo estos extraños comicios cumplen con los elementos operativos.
Esto solo se logró mediante al trabajo del personal del Servicio Profesional Electoral, la rama administrativa y de honorarios. Quienes demeritan todo el trabajo de esta elección deberían pensarlo dos veces, puesto que hacerlo es reducir y menospreciar lo que hombres y mujeres sacrificaron para esta elección judicial. Por eso, este texto es una formar de reconocimiento y para sostener que en materia organizativa, el INE cumplió.
