Sebastián Godínez Rivera

En el mundo del siglo XXI todos estamos conectados a través de un click o un deslice de pantalla y eso lo han entendido los políticos. La cantidad de información que está a nuestro alcance no siempre es verídica y con la irrupción de la inteligencia artificial, es más difícil hacer una discriminación selectvia. La difusión de noticias falsas, la creciente desinformación y las pos verdades se han vuelto parte de nuestro día a día.

Incluso la clase política de todos los países está expuesta a estos, no obstante, aunque muchas personas consideran que las grandes cantidades de información son tierra fértil para las noticias falsas, esto no es así. Estudiosos de la comunicación como Anthony Pratkins estudió los factoides, entendidos como noticias o rumores difundidos para generar desinformación o preocupación.

Por ejemplo, cuando Nixon utilizó delincuentes para difundir rumores sobre los opositores demócratas que generaron la retirada de Edmund Muskie de la carrera a la Casa Blanca.  Se ha comprobado que la difusión de información falsa previa a un juicio, declaraciones falsas o el historial del acusado pueden influir en la decisión del jurado para declararlo culpable o inocente.

Se ha comprobado que los factoides responden a satisfacer necesidades psicológicas, ya que ayudan a racionalizar y justificar las preocupaciones o inquietudes básicas. Al igual que pueden reforzar o demoler prejuicios que se tienen sobre grupos o hipótesis, el ejemplo de la migración de latinos a Estados Unidos, donde estos son criminales y violadores y por lo tanto, es necesario protegerse de ellos. La importancia es que un rumor bien difundido puede generar expectativas para ganar rápido o perder dependiendo del contenido desmoralizador.

En el caso del Reino Unido durante el Brexit, uno de los factoides más explotados fue el de dar estabilidad, empleo y una economía fuerte que no dependiera de los demás países europeos. El segundo se debió a la explotación de la xenofobia, ya que se prometió que todos los que no fueran británicos deberían esperar a que los connacionales tuvieran un empleo. Esto cobró fuerza al ver que la Europa continental se llenaba de migrantes árabes y africanos, los británicos quisieron ponerse a salvo, esto bajo la imagen del hombre fuerte (Boris Johnson). Para ellos la única salvación era el aislarse y así poder tomar sus propias decisiones en temas de seguridad, economía, migración y trabajo.

Durante mucho tiempo se buscó que hubiera controles que sancionaran los factoides o rumores ya que eran vistos como formas de difamación. Sin embargo, la relajación de los controles de gobierno abre la puerta a que haya grandes abusos en la propaganda de productos o programas políticos, ya que por falta de interés o tiempo los consumidores no cuestionan las afirmaciones dadas, de esta forma podrían combatirse de manera efectiva los rumores.

Boris Johnson no logró esto solo, sino que su habilidad de persuadir mediante la construcción del hombre fuerte y sus antecedentes en el periodismo le permitieron construir una imagen de outsider. Desde la óptica de Pratkins y Aronson lo que hizo el entonces primer ministro fue “entretener al espectador” para que éste ignorara todo lo que ocurre alrededor. En una analogía propia de los autores  el objetivo es no cambiar de canal o que este se aburra.

Ahora bien, esto no implica que haya una saturación de información o un bombardeo constante, sino que hay toda una estrategia delineada. Por ejemplo, los noticieros, presentan un cierto número de notas con la finalidad de no saturar a los televidentes de información y así mantenerlos al pendiente. En el caso británico, se realizó con comerciales y mesas de discusión sobre los beneficios del Brexit para convencerlos, pero también para dejar en el inconsciente el mensaje grabado, Make Britain Great Again.

En las democracias occidentales se permite la difusión de cualquier noticia, frente a los regímenes totalitarios que impiden la promoción de estas. Las televisoras incitan a sus periodistas a cubrir noticias que pueden ser atractivas para el televidente. Si bien, un tema político y complejo como el Brexit que incluía acuerdos arancelarios, pago de cuotas de pertenencia, cláusulas monetarias entre otros es complicado y agresivo para la ciudadanía.

Empero, los conservadores encabezados por Johnson lograron reducir la discusión a la pérdida de la soberanía y combinaron elementos emocionales que permearon en grandes capas de la población. Otros autores como Dominique Wolton sostienen que esto se necesita de tres elementos que consoliden la comunicación política: 1) el sistema político, que permite la confrontación de discursos e ideologías; 2) los políticos, como actores que toman decisiones derivados de la elección popular y el respaldo que obtienen; y 3) los periodistas, encargados de difundir información y esta a su vez legitima las acciones de gobierno, sin embargo, este es frágil y deformable dependiendo del manejo del mensaje.