
Por Ruby Soriano
Martha Magaña fue jueza de distrito durante los últimos cuatro años. El pasado 15 de agosto la Reforma al Poder Judicial le cerró la puerta para mantenerse en la carrera judicial,
Para Martha es el inicio de una etapa de evolución donde seguirá activa en esa resistencia colectiva y personal de las mujeres que, como ella, salieron de pie, con dignidad y empuje
La historia de Martha refleja esa mirada de las familias migrantes que salieron de México en busca de un mejor destino y que la vida los hizo regresar a la tierra de sus raíces, donde hoy están orgullosos de una jueza que caminó con mucha valentía en tiempos durísimos para la democracia en el país.
Me defino como una mujer que trabaja para cumplir sus sueños
Soy una mujer que nací en un país machista, donde el 95 por ciento de los puestos de mando y dirección, estaban ocupados por varones, y a pesar de eso, siempre soñé con llegar a uno de ellos. Me defino como una mujer que trabaja para cumplir sus sueños.
Me llamo Martha Eugenia Magaña López, nací un 20 de enero en Los Ángeles, California. Mi abuelo fue quien decidió irse a Estados Unidos en busca de darle un mejor nivel de vida a sus 13 hijos, una familia muy numerosa, de la que forma parte mi papá.
Mi abuelo era originario de Lázaro Cárdenas Michoacán y se dedicaba a la pesca, al mar. En Estados Unidos trabajó en fábricas. Mi padre ya en su juventud, se vino a México para estudiar ingeniería civil, pero decidió regresarse para no perder sus raíces mexicanas y porque la familia de mi madre estaba en México.
A pesar que mis padres enfrentaron carencias no permitieron que las sintiéramos en nuestra niñez. Lo que vi fueron sonrisas, paseos en parques y mucha contención familiar, cuando las precariedades económicas ahí estaban muy presentes.
Mis padres estudiaron, trabajaron y nos sacaron adelante; ahora mis dos hermanos y yo, somos profesionistas. Mi mamá se dedicó al hogar y mi padre fue empleado en varias empresas, hasta que se jubiló.
Tengo un hermano mayor y una menor. Mi hermano es arquitecto y mi hermana es educadora con especialidad en inclusión.
Me gusta defender causas sociales y siempre tuve la intención de estudiar derecho, ser abogada. Si tuviera la oportunidad volvería a estudiar lo mismo.
Después de 24 años, mi último cargo fue jueza de distrito en el poder judicial. Mi salida oficial se concretó el pasado 15 de agosto del 2025.
De esos 24 años de carrera, tengo cinco más que no me cuentan porque fui practicante. Estudié en la Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, institución pública y de las mejores a nivel nacional.
Ahí durante cinco años cursé la carrera de derecho, en ese tiempo entré de meritoria a los juzgados locales y en segundo año de la carrera entré de meritoria al poder judicial. No tuve nombramientos hasta que terminé mi carrera, pues fue una condición de mis padres, no descuidar mis estudios por el trabajo. Y a partir de ahí, no tuve otro patrón más que el poder judicial.
¿Durante tus años en el poder judicial qué fue lo que más disfrutaste?
Ver los rostros de las personas cuando otorgábamos suspensiones y amparos. Recibir palabras de gratitud, me quedo con eso y con dos grandes equipos de trabajo que me arroparon y pude liderar. El primero lo recuerdo con mucho cariño porque fue mi primer equipo de trabajo en el juzgado noveno de distrito en Mazatlán. Gente muy trabajadora porque tuvimos el reto de conocernos en pandemia y trabajar a distancia como si lo hiciéramos de manera presencial.





No podemos irnos a la época del ojo por ojo, diente por diente o a la justicia de propia mano. Para tener acceso a instancias internacionales hay que buscar que nuestra voz suene desde afuera
Proteger derechos de las infancias
Las sentencias son parte de historias de vida, donde un juzgador tiene que conocer todas las aristas de un problema. Dentro de esas experiencias que marcaron su vida profesional, Martha Magaña comparte una historia dura, la de una “niña madre”, víctima de violación.
Estos casos nos dan idea de esa otra realidad que para los juzgadores son parte de su responsabilidad con los justiciables y en este caso, con las infancias.
Recuerdo el caso de una niña de 14 años quien durante casi un año fue víctima de abuso sexual por parte de su padrastro. Inicialmente le dieron un diagnóstico erróneo al decirle que tenía colitis, lo que se desmintió, pues al paso de los meses, se confirmó que estaba embarazada.
Para una menor de esa edad, el choque emocional contrasta con todos los trámites ante el ministerio público, las revisiones ginecológicas y luego la prueba más dura, decidir si quiere o no ser madre, producto de una violación.
Esta decisión la tomó respaldada por su padre biológico quien vivía en otro lugar, porque era una familia fracturada. Decidieron interrumpir el embarazo, pero debido a lo avanzada de la gestación, nació por cesárea el bebé que fue niña. Inmediatamente se separó de la niña madre para que no se enterara si su hijo sobrevivió o no. Ella regresó a su casa, siguió en tratamiento y con terapias.
La bebé fue siete mesina y una vez estable, la fiscalía pidió autorización a una jueza local para darla en adopción. Fue cuando se procedió a llamar al abuelo y a la niña madre, quienes no sabían que la bebé había sobrevivido.
Frente a esto, nuevamente la niña madre enfrentó una revictimización porque viene todo un impacto emocional y es el abuelo, quien en su inexperiencia solicita se le entregue a la bebé para que su hija se haga cargo de ella, cuando llegue a la mayoría de edad.
Ante esto, la jueza pide la presencia de la niña madre y es ahí donde el asunto llega al juicio de amparo, porque la fiscalía tratando de resguardar a la bebé es quien promueve el amparo para proteger a dos niñas. Una que llegó como tercera interesada y que en el juicio se le da la calidad también de quejosa, pero deja de serlo porque es una infancia y hay que protegerla.
Luego de un estudio exhaustivo del derecho a no ser madre, reclamado por una niña entonces ya de 15 años, se le hizo un formato de fácil comprensión para dictar sentencia y que se le respetara su derecho a no ser madre y continuar con sus terapias.
La sentencia implicó eliminar todos los obstáculos para que la fiscalía pudiera dar en adopción a la bebé, y respetar los derechos de la niña para no ejercer su maternidad.
Hizo falta que las cabezas que dirigieron fueran más inclusivas. No hubo la suficiente comunicación entre nosotros, el Consejo de la Judicatura y la Corte
Faltó contención del Consejo de la Judicatura
En el análisis crudo de las fallas que se dieron durante la defensa de la autonomía del poder judicial, Martha considera que al Consejo de la Judicatura Federal le faltó desplegar una difusión oportuna y contundente sobre las funciones y obligaciones de quienes integran a este gremio.
A la sociedad le costó trabajo entender la conformación de un poder judicial que por momentos se confundió con ministerios públicos, fiscalías o juzgados locales.
El Consejo de la Judicatura debió haber dado una gran difusión a nuestro trabajo. Para mí, acercar la justicia es comunicar qué se puede y cómo se puede hacer.
Los legisladores también complicaron esas vías. La gente nos confunde con subordinados de ministros, piensan que trabajamos en la Corte, que somos policías, que emitimos órdenes para liberar a las personas.
Por ello estoy convencida que faltó una mayor consciencia para difundir lo que se hace en este poder judicial.
A nosotros como juzgadores nos faltó romper la barrera y fortalecer la difusión en redes sociales. Vivimos en una era digital donde lo que no publicas, no existe. Debimos haber comunicado de una manera distinta.
Hizo falta que las cabezas que dirigieron fueran más inclusivas. No hubo la suficiente comunicación entre nosotros, el Consejo de la Judicatura y la Corte.
Durante seis años, escuchamos un discurso de odio que nunca detuvimos y no lo hicimos porque creímos que no era nuestra función, sino que el Consejo de la Judicatura asumiría esa misión, pero no lo hizo.
Recibí amenazas en redes directamente de los actores políticos como Secretaría de Gobernación quien dijo nos podrían hacer juicio político e incluso detener
Con una bomba en la mano
¿Cuál fue el momento que marcó tu memoria en la defensa por el Poder Judicial?
Tuve la fortuna de recibir una de las primeras demandas donde se solicitó paralizar la entrega a la nueva legislatura de la iniciativa de modificación de la reforma. Esta suspensión pretendía detener el acto de que se pudiera votar por la nueva legislatura hasta que se realizar la legalidad de la norma.
Ese fue el momento de mayor presión porque sabía que tenía que dar una justificación jurídica, pero mucho más contundente, pues de cierta manera estaba involucrada al ser jueza de distrito.
Lo primero que hice fue declararme impedida legalmente para conocer del asunto. Expliqué que yo había sido una de las personas que participé en las marchas de protestas contra la reforma y que pudiera ser que el tribunal colegiado, analizara si pudiera continuar con ese proceso.
Sin embargo, se emitió la suspensión porque la ley lo permite, cuando se trata de un asunto de naturaleza urgente. Y como un tribunal colegiado es mi superior determinó que esos asuntos eran considerados como urgentes. Se emitió la suspensión a la par del impedimento. Y ahí quedó claro que no se detuvo la reforma porque ésta no existía.
Derivado de las presiones y denostaciones que se hacían desde la tribuna presidencial, no podía estar en la calle. Así que solicité hacer el paro desde mi oficina en el juzgado quinto de distrito en el Estado de Morelos.
Ahí es cuando se da el momento emotivo donde me pidieron salir un momento porque había gente que quería saludarme.
Nosotros no estamos acostumbrados a recibir reconocimientos. Al contrario, estamos acostumbrados a recibir la queja.
En ese momento creo hice lo correcto y lo volvería a hacer. Recibí amenazas en redes directamente de los actores políticos como Secretaría de Gobernación quien dijo nos podrían hacer juicio político e incluso detener. Y pues también sabíamos que a un juez de distrito no se le puede iniciar un juicio político porque la ley así lo marca.
En aquel entonces la Consejería Jurídica del gobierno de la República promovió sus acciones. Es justamente el valor de la independencia judicial para decir no me importa que una autoridad me presione porque voy a tener la protección en este caso del Consejo de la Judicatura, que está obligado a resguardar esta independencia.
También considero que la Corte trató de ser tan parcial que se olvidó de reconocernos como defensores de los derechos humanos y del estado de derecho. Le faltó actuar con mayor oportunidad frente a la destrucción que se estaba consumando en contra del poder judicial. Dijeron que los jueces, magistrados y ministros ganábamos mucho, que éramos millonarios.
Dentro de algunos años, ¿cómo les contarás a los jóvenes lo que ocurrió con la reforma judicial en México?
Les contaré que a la Presidencia de México llegó una persona con mucho resentimiento quien se dedicó a denostar, hacer juicios de odio para desacreditar a jueces y juezas que comenzaron a detener sus políticas públicas por ser inconstitucionales o inconvencionales.
Les diré que jueces y ciudadanos buscamos defender la autonomía del poder judicial, sin embargo, los ataques fueron diarios. Desde la tribuna del Presidente se nos calumnió, humilló y denostó en espacios públicos y redes sociales. Hasta que un 19 de agosto del 2024, el poder judicial se levantó, dejamos los escritorios e iniciamos un paro en la justicia nacional.
Jueces, magistrados y trabajadores nos fuimos a las calles, pero también a las universidades a tratar de advertir lo que venía.
Les hablaré de cómo desgastaron nuestra investidura como jueces y una parte importante de la sociedad prefirió quedarse callada para seguir recibiendo esos 3 mil 500 pesos mensuales.
A esos jóvenes les contaré mi historia de la lucha en la que participé, y con la que buscamos frenar que se aniquilara la justicia. Les hablaré del apoyo que recibimos de muchas otras organizaciones civiles, periodistas y académicos.
Estuve sólo 4 años como jueza de distrito y reconozco que me faltó quizá una visión más expansiva, acciones rudas, estratégicas. No nos acercamos a personas que conocieran de política, lo que fue un golpe y una erosión. En nuestro desconocimiento y creencia de que la ley es la que debe cumplirse, no buscamos esa ayuda, no salimos de nuestro margen legal y quisimos bajo esa legalidad sostener el estado de derecho, cuando quizá lo que se requería era ser más guerreros y estratégicos en el plano político. Jugar en la misma cancha de ellos.
¿Martha, cuáles son tus proyecciones a corto plazo?
Voy a cambiar de estrategia porque desde adentro con la presión es muy difícil seguir haciendo campañas de difusión e información.
Desde otros frentes voy a continuar en la lucha para recuperar el estado de derecho en el país, porque todos tenemos familias y queremos seguir teniendo reglas que, si bien no son perfectas, nos mantienen en una democracia.
No podemos irnos a la época del ojo por ojo, diente por diente o a la justicia de propia mano.Y para tener acceso a instancias internacionales hay que buscar que nuestra voz suene desde afuera.
A las mujeres que hoy lideran otras resistencias les digo que aprendo de ellas y esa es una de las razones para no dejar de luchar, porque nuestras causas de alguna manera se tejen e involucran.
Es momento que las mujeres sigamos abriendo espacios y dándonos la mano para que ninguna otra mujer se vea vulnerada por la violación a sus derechos humanos y mucho menos utilizar a otras mujeres para que consumen estos actos violatorios.
A todas esas mujeres fuertes y guerreras les comparto esta anécdota de Rosa Louise McCauley Parks, una activista afroamericana que luchó por derechos civiles en Montgomery, Alabama. A Rosa le pedían bajar del autobús para que gente blanca se sentara. Ella estaba cansada de que la humillaran cada vez que subía al camión con exceso de pasajeros blancos.
Un día se resistió y la arrestaron. Como un acto heroico de resistencia, toda la gente de color de su misma ciudad, no usó los autobuses durante 381 días.
Por lo tanto, a todas esas mujeres valientes les digo que, ante la destrucción del proyecto de vida de una mujer, sea cual sea la causa, hagamos lo que Rosa y bajémonos todas del camión como un acto de rebeldía para evitar que sepulten nuestros sueños. Si defendemos las causas de una, las otras nos iremos sumando porque nuestras causas van entretejidas.
Días después de esta entrevista, la ex jueza Martha Magaña abrió un nuevo capítulo en su vida profesional donde fue designada en el Ala de Cuidado, Protección y Crianza Infantil por parte del G100 como representante en México con la misión de proteger a las infancias y empoderar a las mujeres.
Martha asumió el compromiso de seguir trabajando con determinación para proteger y defender a las infancias en nuestro país.















