
Sebastián Godínez Rivera
Durante años las Ciencias Sociales se han dedicado a estudiar los mecanismos y estrategias que utilizan las naciones para imponer su cultura. Los más conocidos son mediante la fuerza como guerras o invasiones, pero también se ha logrado mediante el poder económico, ya sea la Diplomacia del dólar, es decir, incentivar la inversión y el financiamiento a naciones para someter a otras.
Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial no solo se erigió como la potencia naciente, sino también como faro del liberalismo, la democracia y la libertad. En algunas naciones se impuso mediante la fuerza como en Japón o las dictaduras latinoamericanas entre 1965 y 1990. En otras latitudes, utilizó su moneda, por ejemplo, el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa tras el fin de la Guerra. Y en algunos otros apostó por las empresas privadas, como en Centroamérica y la United Fruit Company que defendió los intereses norteamericanos en las pequeñas repúblicas.
Sin embargo, en naciones en las que no utilizó la fuerza, apostó por lo que se denomina poder blando o soft power, el cual se caracteriza por la exportación de su cultura, estilo de vida y el cine. Durante 1940-1950 del siglo XX, la Unión Americana se ha convirtió en la aspiración del mundo occidental; una sociedad moderna, con capacidad económica, tierra de grandes actores y actrices; y con un estilo de moda liberal.
Esto se logró por la influencia de Hollywood que se convirtió en el aparato propagandístico de Estados Unidos. Sobre todo, las actrices como Katherine Hepburn, Bette Davis, Ingrid Bergman y Marilyn Monroe. El repertorio es amplio, pero fue Monroe quien se convirtió en un símbolo de los Estados Unidos, en el sex simbol. La rubia era deseada no solo por los políticos, puesto que era amante del presidente John F. Kennedy, sino por los hombres de todo el mundo.
Su belleza no solo era sinónimo del buen vivir en Estados Unidos. El presidente mexicano, Adolfo López Mateos, llegó a recibirla y a quedar deslumbrado por su belleza; no obstante, en el mundo sus fotografías y sensualidad enamoraban a los barones. Asimismo, su peinado, vestimenta y forma de ser comenzaron a reproducirse en varias esferas de la vida norteamericana.
En las décadas de 1960-1970, Marilyn Monroe seguía despertando suspiros, pero su muerte a los 36 años dejó un vacío. Esto fue aprovechado por actrices como Audrey Hupburn y Elizabeth Taylor; la famosa Liz Taylor se hizo un ícono de la moda, pero también del cine con películas como Cleopatra o ¿Quién le teme a Virginia Wolf?. Taylor considerada una diva de Hollywood se volvió sinónimo de rebeldía por sus matrimonios, sobre todo, en una década en la cual la liberación sexual tuvo un auge.
Taylor contrajo nupcias ocho veces, entre los que se encuentran Montgomery Clift, Richard Burton, Mike Todd, Eddie Fisher, Larry Fortensky y John Warner que era senador por Virginia. La actriz popularizó su estilo de vestir, rompió con los cánones de la época y hasta su muerte permaneció en el ojo público, la juventud se había ido, pero su nombre seguía siendo vigente y ahora cohabita con otras estrellas.
Entre 1980-1990 la Guerra Fría continuaba y en la Casa Blanca, Ronald Reagan apenas impulsaba el modelo de desregulación económica. Durante estas décadas, el presidente apostó por el cine y la difusión de los valores americanos. Aparecieron los super hombres como Silvester Stalone o Arnold Schwatzeneger que derrotaron al enemigo soviético o de medio oriente. Mientras que actrices como Meryl Streep, Michelle Pfeiffer o Julia Roberts se convirtieron en íconos del cine.
Mujer Bonita estelarizada por Juli Roberts y Richard Gere llevaron a la pantalla grande la historia de un millonario que se enamora de una prostituta. Kramer contra Kramer de Meryl Streep y Dustin Hoffman, cuentan como una mujer abandona a su familia y pelean por la custodia de su hijo. Eran los años ochenta y Hollywood buscó mostrar los efectos del divorcio en las infancias y trataba de dinamitar los roles de género, mostrando que los hombres también podían cuidar de sus hijos, así como que las mujeres también podían abandonar a sus familias.
Con la llegada del nuevo siglo (2000) el cine tuvo un boom ya no basado en los enemigos o la imposición de los valores estadounidenses. Con el derrumbe del socialismo real en 1991, Estados Unidos se convirtió en la única potencia y su propaganda cambió. A través de actrices jóvenes impulsó las comedias románticas, vida estudiantil y cuentos de hadas, estilo Disney.
Entraron a escena Anne Hatwey con el Diario de la Princesa y más tarde con el Diablo viste a la moda junto a Meryl Streep; Jennifer Lawrence y los Juegos del Hambre donde se muestra a una mujer empoderada que desafía un mundo apocalíptico; o Emma Stone quien impulsó los musicales como La La Land. Las primeras décadas del siglo XXI representaron un parteaguas para la Unión Americana, así como el control del cine y la música.
Cantantes como Katty Perry, Avril Lavigne o Taylor Swift comenzaban a florecer en el campo de la música. Sin embargo, la Unión Americana entraría en crisis a mediados de la segunda década del siglo XXI. Aparecieron otros polos de poder en el mundo, sin embargo, Estados Unidos entró en crisis producto de la falta de un enemigo, la crisis económica de 2008-2009 y la disputa por los valores. En 2016 la aparición de Donald Trump generó un cambio en la perspectiva liberal y cambió la forma en que Estados Unidos se relacionaba con el mundo.
Taylor Swift se convirtió en una de las cantantes más famosas, al punto que en la opinión pública se creyó que sus fans definían quién ganaría la presidencia del país. En 2016, sus seguidores apoyaron a Trump y en 2021, votaron por Biden. Sin embargo, la industria musical tendría un cambio radical con las intérpretes que ya no solo le cantarían al amor, sino al desamor y la sexualización.
Sabrina Carpenter se ha convertido en una de las estrellas en ascenso más importante porque sus canciones van desde el amor, el desamor y la sexualización. La música de Carpenter gusta a hombres y mujeres por las indirectas en sus letras. Sin embargo, su personalidad choca con la agenda republicana que impulsa el inquilino de la Casa Blanca, promueve valores tradicionales, se opone a la liberación sexual y pugna por un conservadurismo social.
Mientras tanto, Sabrina Carpenter se ha convertido en un sex simbol porque combina su belleza con sus dotes artísticos. Esto también se ha visto en las portadas de sus discos donde imita a Marilyn Monroe. A pesar de que Carpenter promueve la liberalización de la sexualidad, sin embargo, esto genera un corto circuito con la agenda de Washington a diferencia del pasado cuando había una coordinación entre la Casa Blanca y Hollywood.
Como podemos ver, el poder blando de Estados Unidos funcionó de forma coordinada durante la mayor parte del siglo XX. La Unión Americana no siempre se ha impuesto mediante la fuerza o la economía, sino que sutilmente exporta su cultura a otra naciones; empero, desde la segunda década del siglo XXI, el ámbito político se encuentra en crisis, mientras que la industria musical y fílmica sigue un camino distinto.
