
Sebastián Godínez Rivera
La transitología es la rama de la Ciencia Política que se encarga de estudiar las transiciones del autoritarismo a la democracia, como ocurría en el siglo pasado. Esta área impulsó y popularizó los estudios de Guillermo OˋDonnell, Lawrence Whithead, Nancy Bermeo, Steven Levitky, Javier Corrales o Phillip Schmitter. La transitología tuvo un auge porque explicó los procesos de cambios en naciones del bloque socialista y América Latina.
Sin embargo, como todo proceso complejo, las y los autores advirtieron que el surgimiento de la democracia no era estático, al contrario había momentos de tensión y retroceso que podían sofocarla. Ejemplos como Rusia con Boris Yeltsin y la anarquía postcomunista; el ascenso de autócratas en Turkmenistán, Bielorrusia o la resiliencia de los regímenes unipartidistas como China, Camboya y Cuba.
La democratización no fue homogénea y no llegó a todos los países, al contrario, generó mutaciones en algunos regímenes para que pudieran subsistir e incluso volverse competitivos frente a las democracias liberales. En algunos casos las transiciones fueron mediante elecciones como en México que puso fin a 71 años del Partido Revolucionario Institucional y 60 del Partido Socialista Obrero Polaco.
En otras latitudes como en el Mediterráneo, tras la desaparición de los dictadores Franco en España y Salazar en Portugal, se reinstauró la monarquía. Por lo tanto, en los estudios políticos se dice que estas fueron transiciones pactadas entre las élites del autoritarismo y los actores emergentes. La liberalización de los medios de comunicación, la aparición del multipartidismo y el regreso del parlamentarismo fueron pilares para la democratización.
Por otro lado, los gobiernos militares de América del Sur como Argentina, Chile, Paraguay o Uruguay que tuvieron dictaduras con proyectos económicos desreguladores mantuvieron este modelo con las primeras elecciones. Los militares durante las décadas de los 60´s, 70´s y 80´s hicieron pactos con las oligarquías para mantener el poder y revitalizar las economías. Sin embargo, es importante destacar que los grupos económicos fueron cruciales para pasar del autoritarismo a la democracia.
En Europa del este naciones como Hungría, Serbia, República Checa, Albania o los países bálticos adoptaron la forma de repúblicas parlamentarias para instaurar la democracia e hicieron reformas económicas que permitieran sanear sus economías. Personajes como Viktor Orbán de Hungría fueron condecorados por las reformas privatizadoras; la ruptura con el estatismo, permitió el surgimiento del pluralismo en cierta medida.
Las antiguas repúblicas soviéticas lograron en algunos casos afianzar la democracia, como Letonia, Lituania y Estonia; pero en otros casos, el fantasma de la hegemonía seguía presente. En 2015 en Polonia Ley y Justicia se haría con el poder y dinamitaría los contrapesos para reconstruir en sistema de partido hegemónico; en 2010 Orbán volvió al poder en Hungría, pero ya no como un liberal, sino como un autócrata que dinamitó los contrapesos y silenció las críticas de los medios.
El derrumbe del socialismo real, el triunfo de la democracia liberal y la economía del libre mercado se consideraron como elementos democratizadores de los regímenes autoritarios. Sin embargo, el mundo no entendería como quienes en un primer momento sembraron la semilla de la transición, luego de unos años apostarían por mantenerse en el poder. Quizá el discurso fue mal entendido por la opinión pública y la ciudadanía, pero no por politólogos.
La transición es un largo proceso que no está exento de avances y retrocesos, al contrario, se advirtió que la llegada de líderes autoritarios siempre es latente. Si las instituciones no cumplen con su función y la democracia no se protege mediante mecanismos y una cultura política democrática, esta puede perecer como ocurre actualmente en varias partes del mundo. La posibilidad del surgimiento de regímenes híbridos es latente, puesto que hay elementos autoritarios y pluralistas que conviven en el tablero político.
La irrupción de personajes que capitalizan el malestar con la democracia no es nuevo, sin embargo, estos han hecho sus métodos más sofisticados. Ya no hay un factor de shock para la irrupción del autoritarismo, al contrario, ahora se hace mediante elecciones. Personajes como Noboa, Bukele, Trump, Duterte, López Obrador, Modi, Orbán, Subianto o Bolsonaro ganaron en en las urnas y cuando al tener el poder dinamitaron los contrapesos.
Estos hechos han generado críticas hacia la comunidad académica, porque se argumenta que la democracia triunfó y el autoritarismo desapareció el siglo pasado. No es así, partidos, grupos y líderes iliberales sólo aguardan el momento para catapultarse en la opinión pública. Las democracias imperfectas se encuentran en proceso de transición, pero no han logrado la consolidación plena, la cual tampoco es un escudo contra el autoritarismo.
La democracia siempre está siendo acechada como lo plantean Przeworski, Way, Ziblatt, Norris o Inglehart. La transición no es un proceso inamovible, al contrario, tiene punto de quiebre que la pueden hacer retroceder. Por ejemplo, El Salvador se ha convertido en una autocracia electoral en cinco años; Venezuela bajo el chavismo tardó trece años y con el madurismo evolucionó a una dictadura.
En Eurasia, Rusia pasó del anarquismo a la autocratización con Vladimir Putin, Turkmenistán pasó del modelo soviético a la tiranía familiar, solo ha sido gobernada por abuelo, padre e hijo. Lukashenko es conocido como “el último dictador de Europa”, ha ejercido el poder desde 1994. Mientras tanto en Asia, hay países que mantienen regímenes autoritarios como Singapur y el sistema de partido hegemónico; el unipartidismo de China, Camboya y Laos; democracias pretorianas donde los militares como Myanmar y Tailandia; o totalitarismo como Corea del Norte.
La teoría de la transición es una herramienta para entender los procesos de cambio en varias naciones, sin embargo, esto no implica que sean uniformes y progresivos. Al contrario, se ha malentendido esta teoría a la transitología la cual tuvo un auge en los años noventa del siglo pasado. Por otro lado, los retrocesos en materia de democracia han sido estudiados de forma superficial en varios casos; así como el populismo fue un tema de moda, hoy lo es la erosión democrática.
Al contrario, la transitología tiene mucho futuro y debe ser tomada no como un elemento de moda, sino como una rama de la Ciencia Política que puede aportar mucho al momento histórico que vivimos. Lo que la realidad está demostrando es que la transitología ha quedado rebasada y estancada por el estudio tradicional del autoritarismo a la democracia, sin embargo, ¿Y si ahora la teoría debe ser abordada en sentido contrario?
