Sebastián Godínez

La moda en los presidentes, monarcas y primeros ministros no es una cosa menor; representan a sus naciones en el exterior, pero la ropa se ha convertido en un elemento de poder. Se ha escrito sobre el estilo británico de Winston Churchill y el estilo sobrio de las ex primeras ministras Margaret Thatcher y Theresa May. En la opinión pública y en el inconsciente colectivo los sombreros de copa, las perlas y los vestidos azules están asociados a los tories.

Sin embargo, en Reino Unido el Partido Laborista también ha tenido a jefes de gobierno surgidos de sus filas y también han utilizado la ropa como elemento del poder. Los laboristas que a lo largo de la historia han estado asociados a las clases trabajadoras y a la austeridad; pero esto no ha sido un impedimento para que la moda sea parte de ellos; algunos como Harold WIlson ocultaron su gusto por fumar puros y los cambiaron por pipas, asociadas a las clases trabajadoras.

Con la llegada del nuevo siglo, Anthony Blair se hizo conocido por proponer una tercera vía que combinaba el socialismo y el capitalismo, pero se hizo famoso por sus botines. Su sucesor, Gordon Brown, fue más gris ideológicamente, pero destacó por su mal gusto para vestir. Por último, el actual Primer Ministro, Keir Starmer se ha convertido en uno de los dirigentes que ha marcado sobriedad en su vestimenta y comunican a través de ella.

Wilson, Blair y Starmer: la moda laborista

Harold Wilson fue elegido Primer Ministro en dos ocasiones (1964-1970) y (1974-1976) en medio de la Guerra Fría; su llegada al 10 de Downing Street estuvo bajo sospecha de algunos miembros del parlamento quienes lo asociaban al socialismo. Wilson fue conocido por ser uno de los ministros favoritos de la reina Isabel II y haber impulsado la agenda trabajadora durante el llamado, Estado de bienestar, modelo caracterizado por un Estado regulador y que garantizaba la movilidad social. 

Apodado, “el Primer Ministro del Pueblo” por sus políticas que incrementaron las pensiones, se implementaron programas sociales y se congelaron las rentas. Wilson provenía de una clase media-baja, por lo tanto, rompía con los gustos tradicionales de los jefes de gobierno: tenía preferencia por la cerveza antes que por el vino, su preferencia por el fútbol antes que por la ópera y la tranquila vida doméstica antes que por los ostentosos cócteles.

Sin embargo, el premier puso de moda fumar con pipa; la razón era mostrar un estilo diferente a los premiers tories que fumaban puros. El más emblemático Winston Churchil, que fumaba en la oficina, en la calle y en discursos, era muestra del tradicionalismo y el elitismo británico. Empero, Wilson optó por cambiar los habanos por pipas lo cual lo acercaba más a la clase trabajadora; es decir, los puros eran símbolo de las clases altas, pero una pipa estaba asociada a los trabajadores de los astilleros, fábricas y la clase media.

La pipa fue una forma de diferenciarse de otros primeros ministros y sobre todo, demostrar que estaba lejos de las élites. Wilson marcó su estilo personal con una pipa, esto debido a su gusto por fumar. Incluso durante las filmaciones de la serie The Crown, se convocó a un ex asesor del premier. Lord Donoughue, asesor principal del Sr. Wilson entre 1974 y 1976, admitió que el Sr. Wilson no era un fumador de pipa natural.

El segundo caso es el de Anthony Blair, quien asumió las riendas del Reino Unido entre 1997 y 2007. El laborista postuló que su partido debía tomar elementos del libre mercado y combinarlos con una visión social para atender las causas, así nació la tercera vía de Blair. No obstante, su pensamiento no fue lo único que llamó la atención de la opinión pública, sino su pasión por utilizar botines en vez de zapatos Oxford.

Blair utilizaba un tipo de calzado llamado «bogues» negros, un tipo de zapato de cordones, con fuertes suelas y dibujos que forman los cosidos de la piel. Estos eran conocidos como sus zapatos de la suerte, porque según el propio premier estos le acompañaron para dar resultados de gobierno. La historia de su calzada data de los 2000 cuando compró el par de la marca Church´s y le costaron 150 libras; el modelo se volvió tan popular que hasta su sucesor, Gordon Brown, consiguió un par.

Westminster ha visto el paso de los sombreros de copa y trajes churchilianos, las perlas y vestidos azules de Margaret Thatcher y Theresa May y hasta corbatas portadas por dentro, como el caso de David Cameron. Sin embargo, los botines de Blair marcaron diez años del gobierno laborista al punto de ser considerados un amuleto de la suerte. Empero, aún hay un caso de un Primer Ministro que ha demostrado que la ropa también sirve para gobernar.

Sir Keir Starmer es el actual premier del Reino Unido, llegó al 10 de Downing Street tras haber logrado una victoria aplastante el 4 de julio de 2023. Durante la campaña, el líder de los laboristas portaba trajes negros, lo cual de acuerdo a analistas de la moda como Ellis-Dale cree que el objetivo principal de Starmer en esta elección era transmitir una sensación de estabilidad, normalidad y consistencia.

Starmer fue visto solamente con camisas blancas, pantalones de cargo de la marca Dockers, es decir, no son de vestir y no portaba corbata. El laborista con esto daba un aura de simpleza, relajación y modernidad. Sobre todo, porque la figura del Primer Ministro está asociada a hombres con trajes completos y mujeres con sacos y vestidos largos; Starmer rompió con este molde.

Incluso, algunos analistas han considerado que durante toda la campaña Starmer tenía un uniforme electoral que constaba de: 1) zapatos brogue negros (botines como los de Tony Blair); 2) camisas azul claro, sin corbata; y 3) trajes azules. Esta vestimenta buscó generar confianza y seriedad para el electorado; un punto medio, no es totalmente informal, pero tampoco utiliza ropa cara que lo asocie a la opulencia. Un dato interesante revelado por el diario The Independent es que según Lord Alli, ex presidente del imperio de la moda ASOS, habría dado al líder de su partido £16.200 para ropa y £2.485 para gastar en gafas.

El Primer Ministro ha roto con la figura acartonada del jefe de gobierno e imprimió su propio estilo. Claro, en reuniones de alto nivel con jefes de Estado como el rey Carlos III, el presidente de Francia, Emmanuel Macron y el ex canciller alemán, Olaf Scholtz los trajes sastre y corbatas rojas son parte de la vestimenta. La moda marca la agenda no solo en el terreno electoral, sino también ya en el ejercicio del poder.

Colofón el peor vestido de 2009

Una de las personalidades que dió de qué hablar entre 2009 y 2010, fue el Primer Ministro, Gordon Brown quien fue catalogado por la revista masculina GQ como el líder mundial peor vestido. De acuerdo a la publicación, Brown no se acercaba al estilo británico tradicional de los tories, pero tampoco implementó una marca propia en su vestimenta como lo hicieron los laboristas Wilson y Blair.

Trajes grises, azules o negros eran portados por el premier, sin embargo, estos no eran elegantes y en algunos casos tampoco eran a la medida. Sin embargo, en dicha publicación también aparecieron líderes como el entonces presidente francés, Nicolás Sarkozy, Kim Jong Il dictador de Corea del Norte o el alcalde de Londres, Boris Johnson.

Brown quedó como uno de los laboristas con menos estilo y con vestimentas que no lo distinguían de los otros miembros de su partido o que incluso era superado por ellos. Mientras que personajes como Wilson, Blair y Starmer se han caracterizado por asignar un toque personal a la investidura.