Alejandro Guillén Reyes

Diciembre es el mes en el que mucha gente trata de renovar o reencontrar la esperanza. Es el mes en el que, antes de finalizar, replanteamos nuestros propósitos y multiplicamos los buenos deseos con la esperanza de lograrlos.

El Diccionario de la Lengua Española define la esperanza como “el estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”.

El doctor Antonio Lozano Diez distingue a la persona con esperanza de un optimista: el optimista asume una actitud pasiva, muchas veces fuera de la realidad, confiando en que las cosas mejorarán por sí solas sin ninguna acción o intervención de su parte; en cambio, aunque con cierta incertidumbre, una persona que tiene esperanza es una persona que se activa, es realista y trabaja con determinación para alcanzar el bien que lo motiva a actuar. “Muchas personas -dice el dr. Lozano-han caído en una crisis de esperanza porque han depositado sus expectativas en promesas externas —políticas, económicas o sociales— que nunca se han cumplido. La modernidad ha fomentado la idea de que los sistemas resolverán la vida de las personas, perola verdadera transformación solo ocurre cuando cada uno asume su propia responsabilidad y actúa sobre lo que sí puede cambiar”. (Ver https://www.linkedin.com/posts/jos%C3%A9-antonio-lozano-d%C3%ADez_teleformula-radioformula-optimismo-activity-7290228897458069505-AUMy/?originalSubdomain=es)

La esperanza en conseguir un bien deseado, necesita de nuestra acción personal o colectiva. De otra manera estaremos condenados a vivir en la desesperanza

Para Hannah Arendt la acción implica a la libertad y la libertad es el sentido mismo de la política. Ella reflexionó que las personas en su papel de ciudadano(a) y al llevar a cabo una acción (haciendo uso de su libertad y su palabra),desencadenan una serie de acontecimientos que pueden dar paso al nacimiento de una situación nueva y distinta a la que se tenía anteriormente. Por el contrario, “una vida sin acción ni discurso está literalmente muerta para el mundo…”, escribió Arendt.

Todos los pueblos tienen problemas en mayor o menor grado, pero la situación es peor en aquellos países que han tenido la desdicha de caer en manos de dictaduras criminales. Esos pueblos son los que más padecen las consecuencias de la pérdida de la libertad; son los que más lamentan haber perdido la capacidad de llevar a cabo acciones ciudadanas para revertir los procesos en los que terminan por ser víctimas de crímenes derivados de la corrupción que, a su vez, es fruto podrido del pacto entre delincuentes y el régimen dictatorial.

A pesar de ello, hay ejemplos en la historia universal en los que bastó que una ciudadana, un ciudadano o un grupo de ciudadanos, llevaran a cabo una serie de acciones para irrumpir en el curso de la historia y cambiar su rumbo. En los últimos meses, Centro y Sudamérica están ofreciendo magníficos ejemplos.

En Puebla y en México no basta con mirar para otro lado cada vez que se comete algún delito o alguna injusticia en nuestro vecindario, en nuestra colonia o municipio. No hay que esperar a que la tragedia toque la puerta de nuestra casa.

Tampoco deposite la esperanza en algún político demagogo; la esperanza de vivir en un ambiente de paz radica en que cada uno de nosotros asuma su papel de ciudadano y lleve a cabo las acciones que considere pertinentes para ir alcanzando el ambiente de paz que anhelamos, comenzando por reencontrarnos con aquellos familiares o amigos de los cuales nos hemos alejado por el odio que propagan las y los políticos demagogos y sus propagandistas desde las altas esferas del poder. No vale la pena pelarse por políticos sin escrúpulos que ya han demostrado que no son iguales a usted, ni viven como usted.

Desde Integridad Anticorrupción Puebla, les deseamos una feliz Navidad y que, durante 2026, gracias a las acciones que cada uno de nosotros emprenda, resurja la esperanza de vivir en una sociedad reconciliada, más prospera, más justa y humana.

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