
Por Ruby Soriano
Como si los hubieran guillotinado, el Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional y el Movimiento de Regeneración Nacional enfrentan el fenómeno de Los jinetes sin cabeza debido al debilitamiento de sus dirigencias que sólo han servido de ventanilla de trámites para revelar una profunda crisis de representatividad.
En el PRI, Alejandro Moreno le hace honor a su nombre en diminutivo (Alito) al estar muy lejos de ser un dirigente que represente los intereses de las bases del tricolor, mismas que lo ven como el gran títere del gobierno en turno, para inclinar la balanza de acuerdo a las conveniencias del Presidente AMLO y de la familia Murat.
En el PAN poco se puede diferenciar del tricolor, cuando su presidente nacional Marko Cortés refleja niveles de mediocridad que hoy tienen a un blanquiazul tildado de timorato y sin la fortaleza para ser una oposición nacional con una agenda que encare al gobierno en turno.
En Morena, no sólo hay un jinete sin cabeza, sino hay muchos descabezados que no han logrado consolidar este movimiento político.
Mario Delgado el presidente de Morena funciona como el mayordomo de Palacio Nacional quien sólo se ocupa de abrirle la puerta a todos los que van entrando a la casa morenista, donde se acepta de todo y con todo y corrupción.
Tres partidos que hoy ocupan el grueso de la representatividad democrática electa en las urnas y que no responden al mandato de los ciudadanos, sino a los intereses fácticos que reflejan un grave debilitamiento, debido a la falta de representatividad frente a la ciudadanía.
Aglutinados en una oposición desdibujada, PRI y PAN le han cedido el paso a todo lo que antepone el poder en turno como agenda nacional prioritaria, donde el partido presidencial sólo opera como portavoz del mandatario nacional, sin que priistas o panistas hagan su trabajo para defender los sanos equilibrios en una representatividad democrática.
A los 3 presidentes de estos partidos les han solicitado su renuncia en diferentes circunstancias, reflejando que los tiempos que enfrentan hoy este trío, son de los más cuestionables en la vida democrática partidista.
Alejandro Moreno mantiene el nebuloso discurso para opacar cualquier viso o sospecha de negociación con el Presidente AMLO, aunque es un secreto a voces, que el tricolor estará listo para ser el nuevo esquirol político en los tiempos de la 4T.
En tanto Marko Cortés decidió regalarle a su partido su relección y con ello la desgracia de mantenerlo arrinconado prediciendo derrotas y aceptando que no son ni la caricatura de aquel partido que llegó a ganar la presidencia en dos ocasiones.
Y si de Morena se trata, habrá que resaltar el surgimiento de muchas tribus al interior de un movimiento que a pesar de estar gobernando, no ha logrado su consolidación como partido político.
Mario Delgado es quien ha hecho de la 4T un movimiento contaminado por la corrupción, la falta de democracia interna y la simulación.
Tres partidos políticos que son una viva representación del estancamiento y la falta de una dirección que anteponga democracia y autonomía, para evitar seguir siendo simuladores y vividores del presupuesto que se puede destinar a otros rubros y no a partidos cuya vida es cada vez más inútil.
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