
Malinalli García Ruiz
@malinalligr
La igualdad de las niñas y las adolescentes es responsabilidad de todas y todos.
No mires a otro lado. (UNICEF)
La condición de las niñas en el mundo en el Siglo XXI, lamentablemente no ha mejorado sustancialmente, salvo en algunos países donde se han realizado acciones eficientes para eliminar tradiciones que las discriminan y violentan, además de adecuar sus marcos normativos para garantizar sus derechos humanos.
Como seres humanos la socialización es una de las formas en que adquirimos educación informal, se ha definido que uno de los principales medios en los que aprendemos a relacionarnos y a valorarnos, es en la familia y, es ahí también en donde se inicia la discriminación hacia las niñas.
Durante la etapa de la niñez se aprende a relacionarse, se desarrolla el proceso de valoración personal y hacia los/as demás. Por lo tanto, si la niña es poco valorada y se le trata de manera diferente irá formando una limitada concepción de sí misma, una autoestima baja que se traducirá en inseguridad al convivir con las demás personas, y por supuesto repercutirá en su forma de vida adulta, en sus expectativas y proyectos de vida.
En el Informe de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer Beijing del año de 1995, se señaló que las niñas suelen ser consideradas inferiores y se les enseña a ponerse siempre en último lugar, con lo que se les quita el sentido de su propia dignidad. La discriminación y el descuido de que son objeto en la infancia pueden ser el comienzo de una espiral descendente que durará toda la vida, en la que la mujer se verá sometida a privaciones y excluida de la vida social en general. Deben adoptarse iniciativas para preparar a la niña a participar, activa y eficazmente y en pie de igualdad con el niño, en todos los niveles de la dirección en las esferas social, económica, política y cultural.
Según la visión para el 2030 de la ONU, de los Estados Miembros, las organizaciones civiles, el sector privado y otros interlocutores sociales están llamados a poner a las niñas en el centro de los esfuerzos del desarrollo sostenible, llevando a cabo iniciativas claves para el presente y el futuro como:
- Invertir en educación de calidad, formación, capacitación, acceso a la tecnología y otras iniciativas educativas que preparen a las niñas para la vida, el trabajo y el liderazgo.
- Invertir en salud y en una nutrición adecuada durante los años de adolescencia, incluyendo la educación sobre la pubertad, la higiene menstrual, la salud reproductiva y sexual y la disposición de esos servicios.
- Promover la no aceptación de la violencia física, mental o sexual bajo ningún concepto.
- Habilitar mecanismos sociales, económicos y políticos para combatir el matrimonio infantil, la explotación sexual infantil y la mutilación genital. (#LasNiñasNoSeVenden)
- Invertir en la creación y mantenimiento de espacios púbicos para el debate cívico y político, la creatividad y la mejora del talento.
- Promover legislaciones y políticas de género en todas las áreas, especialmente para las adolescentes discapacitadas, vulnerables, marginadas y víctimas del tráfico y la trata.
Vale la pena reflexionar ¿qué estamos haciendo como sociedad para mejorar la calidad de vida de las niñas?. Sin duda, en nuestro país aún existen comunidades donde se discrimina a las mujeres al nacer, donde la violencia de género es algo cotidiano, por lo que es necesario tomar en serio las recomendaciones internacionales y verdaderamente realizar acciones para que las niñas sean agentes del desarrollo sostenible.
A pesar de que en junio de 2019 se publicaron las reformas al artículo 148 del Código Civil Federal que establecen como necesario para contraer matrimonio haber cumplido dieciocho años de edad, las cifras del matrimonio infantil siguen siendo alarmantes en México.
La montaña de Guerrero recientemente ha estado en el ojo del huracán por esos usos y costumbres, activistas la semana pasada detonaron el #LasNiñasNoSeVenden porque continúan evidenciándose casos de venta de niñas para matrimonio.
En una nota publicada en el periódico El Pais, de Carmen Moran, señala que “dos niños están recogidos en un centro de apoyo a las familias de Chilpancingo. Ella tiene 15 y él quizá un año más. Pertenecen a la comunidad na savi, en la alta montaña de Guerrero, y han huido de sus casas. Más bien, ella huyó y se refugió en la vivienda de él, su novio, porque la querían casar con otro a cambio de 200.000 pesos (más de 8.000 euros)”.
Como sociedad estamos obligados a no perder de vistas estos hechos que discriminan, violentan a las niñas y adolescentes en nuestro país, hay diversas formas de violencia hacia las niñas que frenan su desarrollo y el acceso a la igualdad sustantiva. Dejemos la indiferencia y la indolencia hacia esta grave problemática.