Conexión México

Por Ruby Soriano

La militarización del país se ha consumado y con ella, la impunidad para un poder castrense que creció, se empoderó y fortaleció una triada de la que forma parte importante junto con el gobierno de la cuarta transformación y por supuesto, la delincuencia organizada.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador incumplió esa vieja promesa de regresar al ejército a los cuarteles.

Los militares junto con el mandatario de la transformación fueron por todo el carro completo del dinero público.

Aeropuertos, hoteles, obra pública, telecomunicaciones y hasta espionaje han sido los jugosos negocios con los que la milicia se ha frotado las manos en el actual sexenio de una izquierda desmembrada por la corrupción familiar y militar.

A un año de concluir el actual sexenio, el discurso presidencial se ha derrumbado frente a sus críticos, pues evidencia la incongruencia de un mandatario que disimula o elige ignorar sus propios gazapos.

Ha sido tan grande el poder que AMLO ha otorgado a los militares, que hasta las verdades históricas recobraron aire nuevo, para intentar exculparlos de un presunto crimen de estado como se ha catalogado a la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

Mientras el gobierno en turno fortalece a los militares y condecora a un oscuro personaje como Salvador Cienfuegos, el presidente lanza todos sus dardos envenenados contra el poder judicial para darles una nueva embestida a fin de vulnerar a un poder que le molesta, le incomoda y le hace sombra, para el ejercicio de su autocracia.

El país se sumerge entre la labia de un presidente disfuncional y la falta de organización de una sociedad para frenar la permanencia de un régimen que se ha transformado en el sicariato de la 4T.

Estamos frente al poder absoluto de un hombre que además de vivir fuera de la realidad, embiste a todo poder autónomo que intente tener una postura diferente a su línea presidencial.

Hoy en día, los derechos humanos en México duermen el sueño de los justos. La titular Rosario Piedra Ibarra ha decidido ignorar los abusos y denuncias, pues su función es la de ser un esquirol de la mano presidencial.

Los excesos de militares contra civiles han sido minimizados e ignorados. Es la hora del ejército que hoy luce blindado y fortalecido por un presidente que se irá lejos, muy lejos de los pobres y del llamado pueblo bueno.

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