Conexión México

Por Ruby Soriano

Duras y crudas han sido las imágenes difundidas a nivel mundial, donde niños aparecen con armas largas y cubiertos del rostro. Todos ellos fueron adiestrados por padres y hermanos en la comunidad de Ayahualtempa en el estado de Guerrero.

La violenta irrupción de los grupos criminales ha provocado que comunidades y poblados principalmente en las zonas indígenas guerrerenses queden a merced de los delincuentes, quienes los extorsionan, incendian sus viviendas y si se resisten, los matan.

Guerrero es una de las entidades que no sólo ha sido recientemente golpeada por un huracán en la zona de Acapulco. Es hoy en día donde la ley del narcotráfico rebasó todos los órdenes para convertirse en el nuevo jefe de plaza donde tienen atemorizadas a ciudades importantes como Taxco e Iguala.

La imagen de los niños armados como parte de su policía comunitaria es un retrato del México violento donde el gobierno de México ha cedido a la delincuencia.

De acuerdo a un análisis de Unicef, en México habitan 40 millones de niñas, niños y adolescentes que son el 35% de la población. La mitad de todos ellos, vive en pobreza.

Los niños de Ayahualtempa son una fiel muestra de la desesperación que puede tocar extremos y llevar a los adultos a echar mano de la infancia para hacer frente a la barbarie de los grupos delincuenciales.

Al igual que los niños guerrerenses, en varias regiones del norte y sureste del país, hay otros niños que son reclutados y obligados a integrarse a las filas de los cárteles del narcotráfico quienes los ocupan como halconcitos o los van formando como sus nuevos cuadros en el área delincuencial.

En México el gobierno ha guardado silencio frente a esta realidad que golpea a una infancia que se aleja de la educación para acercarse al narcotráfico y a la violencia.

El programa gubernamental Jóvenes construyendo el futuro a través del cual, se paga una beca bimestral a las juventudes queda como un burdo referente demagógico que está muy lejos de apoyar y evitar que un país como México siga entregando a sus niños a las organizaciones del crimen.

La situación de violencia que hoy se vive en el país en la víspera de las elecciones presidenciales marca un derrotero hacia los difíciles meses que se aproximan entre campañas y una mayor polarización social que sin duda incrementará los enfrentamientos en diferentes regiones del país.

México hoy envía una estampa mundial de sus infancias que han sido alcanzadas y vulneradas, quedando como rehenes del temor y la violencia tristemente se ha convertido en parte de su cotidianidad.

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