Por Ruby Soriano

Algunas con el silencio de un trabajo sin protagonismo, pero con acciones certeras, van tendiendo la mano a las otras, a las que huyen, a las que lloran, a las que tratan de escapar del peligro y de las expresiones de crueldad que pueden terminar con la pérdida de su vida.
Así son ellas, viven en lugares disímbolos y en países adversos donde la constante es el maltrato, el acoso, la violencia y los feminicidios.
Son Mujeres de Latinoamérica que gritan, denuncian y exhiben esas formas de expresión letal fraguadas por una sociedad a la que le cuesta abrir espacios para sus propias mujeres.
La violencia, el acoso y la muerte no tienen distingo de nacionalidades. Ellas se ha n convertido en la estadística más aterradora a la hora de mirar las radiografías de gobiernos que siguen inermes frente a esa ola violenta que amenaza a quienes construyen nuevos liderazgos para generar equilibrios sociales.
México, Guatemala, Perú, son referentes de las muertes de mujeres en una América Latina efervescente por una gran marea verde que a veces se le confunde y etiqueta entre la defensa y la denostación.
Millones de mujeres en América Latina son víctimas de la violencia proveniente de una sociedad donde no sólo los hombres son quienes detentan la principal responsabilidad.