
Por Ruby Soriano
El arribo de Lilia Cedillo a la rectoría de la Buap es indiscutiblemente un logro para las universitarias y para la solidez del respaldo que recibió de una gran parte del estudiantado.
A Lilia hay que darle el voto de confianza por el cargo que hoy ostenta como máxima autoridad de una Universidad que marca agenda no sólo educativa, sino también en los ámbitos políticos y sociales.
Sin embargo, hay que recordarle a la nueva rectora, la importancia de la inclusión, de la paridad y de la imparcialidad sobre todo en momentos de turbulencia que rodean a la figura de su antecesor Alfonso Esparza.
A la doctora Cedillo hay que recomendarle abrir bien los ojos antes de declarar, deslindar o ignorar.
¿Cuántas veces más la Buap será saqueada por los grupos de poder?
Los mejores deseos para la nueva rectora van en el sentido de verla como una autoridad realmente autónoma, no como rehén de los viejos grupos del poder universitario que volvieron del exilio para hacer nuevos negocios.
Empoderar a las mujeres, es un desafío cuando se tocan los intereses de las cúpulas.
Lo realmente importante es ver el trabajo de la rectora en los próximos meses.
Y es que una fotografía con el gobernador Miguel Barbosa, no representa necesariamente la relación que a partir de ahora, se tendrá con la nueva autoridad universitaria.
Más allá de los nuevos tiempos en la máxima casa de estudios, se requiere poner mucha atención, sobre las acciones que se emprenderán en torno al ex rector Alfonso Esparza.
Cedillo no debe mirar al costado en un tema que exige fincar responsabilidades a quienes resulten responsables.
La nueva rectoría en la Buap tiene que fortalecer la apertura y darle todo el ejercicio de acción a una mujer que hasta ahora la seguimos viendo rodeada de los hombres de Esparza y Agüera.
En esta nueva era universitaria también urge oxigenar a una Buap que por mucho tiempo ha sido el PRI universitario.
Los dinosaurios se acostumbraron a vivir del erario educativo donde los excesos han marcado a una universidad sedienta de reafirmar un espíritu de democracia y pluralidad.
La rectora es una mujer con un desempeño académico impecable.
Lilia es quizá el mejor ejemplo de una universitaria que ha trabajado sin grillas y sin la ambición de poder.
Los tiempos la han favorecido y el riesgo es, convertirse sólo en el membrete y la imagen de los mismos de siempre.
Que la rectora encuentre los equilibrios para tomar todos los hilos y mover sin presiones o líneas, las acciones que irán marcando la nueva era en su rectorado.
@rubysoriano @alquimiapoder