
Por Ruby Soriano
Frente a los recientes feminicidios de Vicky una niña de sólo 7 años en Querétaro, de María Fernanda en Nuevo León y la reciente desaparición también en esa entidad de Debanhi una joven de 19 años que sigue sin ser localizada, no podemos “normalizar” las búsquedas de mujeres en México articuladas desde la orfandad de las familias de las desaparecidas.
Las redes sociales siguen siendo el principal ariete de presión que en estos casos ha sido una útil herramienta de los colectivos para evidenciar la inoperancia de las instituciones del Estado, que en la mayoría de los casos son rebasadas por la información que se aporta desde el activismo y la ciudadanía.
El caso de Debanhi la joven regiomontana cuya última foto circula en redes es aterradora. Mirar su vulnerabilidad en la oscuridad de una madrugada nos hace replantearnos a dónde hemos llegado como sociedad, sin exigirles a los actuales gobiernos de todos los niveles, afronten el tema de las desapariciones y feminicidios de mujeres en México, como un tema de seguridad nacional.
La gravedad de estos delitos ha ido en aumento, de la mano de la violencia que se reportan en entidades del país donde las organizaciones criminales hacen sentir su operatividad.
Por supuesto que el caso de Debanhi es grave y nos sensibiliza, sin embargo en Puebla tenemos nuestro propio infierno.
Colectivos como Voz de los Desaparecidos en Puebla hacen una gran labor de difusión en el tema de las mujeres que siguen sin aparecer.
Siguiendo el eje rector del Gobierno de México, en la entidad el ejecutivo estatal Miguel Barbosa da poca atención a un tema de alta sensibilidad, donde es evidente la desaparición de mujeres en el interior del Estado.
Tenemos una procuraduría que le cuesta dar información sobre el tema y tiene cajones llenos de los expedientes de mujeres que siguen sin ser localizadas.
Pedirle al Presidente AMLO trabajo, atención y contención en el tema de las violencias que enfrentamos las mujeres en México es una causa perdida frente a la ignorancia de un gobierno que alude tener siempre otros datos que minimizan la muerte de mujeres en el país.
En Puebla la violencia se ha recrudecido desde el pasado mes de octubres, cuando en la capital poblana hubo cambio de mandos policiacos que parecen dejar pasar y hacer lo que a la criminalidad le plazca.
Y reitero, las mujeres estamos hartas de ridículos actos de firmas de convenios donde las señoras del gobierno como buenas simuladoras van a la foto para desquitar los dineros del erario público. Sin embargo nada de eso nos sirve, cuando las muertes y desapariciones rebasan la desesperación de familias que siguen buscando a hijas, madres o hermanas.
Con qué cara gobiernos y mujeres que hoy forman parte de los gobiernos nos van a pedir un voto de confianza cuando ya vimos que son timoratas a la hora evadir temas tan dolosos como el de las desapariciones.
La pregunta que resuena en millones de mujeres en México es: ¿Quién las busca a las que desaparecen? Los gobiernos por supuesto no.
Cierro este análisis con las duras palabras de Ceci Flores, fundadora de Madres buscadoras de Sonora. Ella es una mujer que dejó todo para ir en busca no sólo de sus hijos desaparecidos, sino también de cientos de mujeres desaparecidas en el norte del país.
“Compré mi primer machete, pico y pala sin saber que ese acto exigía abandonar mi matrimonio y renunciar a la estabilidad económica. Me quedé sola y lo perdí todo por buscar a mis hijos desaparecidos. Por eso les digo que llorar por lo material es faltarle el respeto al dolor”. Ceci Flores 16/04/2022.
@rubysoriano @alquimiapoder