Por Ruby Soriano

El músculo político de un gobernante no siempre se mide con el fichaje de los que van a bordo de su barco o de los personajes que se adjudican los padrinazgos en una administración.

El músculo político también se mide con la capacidad de demostrar desde el primer momento, la estrategia que se aplicará en una capital inmersa en un caos social, emanado de un pasado reciente que deja muchas bajas en cuanto a mandato.

Eduardo Rivera Pérez es ya Presidente Municipal de Puebla y en la lógica de la realpolitik empieza el contacto con la realidad.

Es verdad que las expectativas sobre su mandato son altas, porque en este gobierno se desvanece la “curva de aprendizaje” que ahorcó al gobierno de su antecesora.

Tres momentos enmarcan el arranque del panista:

  1. El compromiso de tener un diagnóstico real y público para que los primeros 120 días de gobierno, los poblanos conozcamos acciones concretas en el combate a la inseguridad.
  • La presentación de sus 20 acciones inmediatas donde se atiende de manera central:

Seguridad con un centenar de operativos policiacos.

Economía con la apertura inmediata de negocios sin tramitología.

Acciones de Impacto Social como estancias infantiles, la creación de la Agencia Municipal contra el Acoso Sexual; obras en las primeras 265 calles y la construcción de 5 mil viviendas.

  • El fin de la confrontación entre poderes municipal y estatal.

Eduardo Rivera reflejó en las primeras horas de su mandato un viraje de timón, donde su equipo es clave para consolidar metas y expectativas.

El espaldarazo del Gobernador Miguel Barbosa cerró la pinza para esperar como ciudadanía, una cabal madurez política más allá de los de los colores e intereses de partido, que no podrán diluirse rumbo a la contienda electoral de 2024.

Sin embargo, el alcalde electo, tendrá que mostrarnos a un gobierno re-evolucionado que cumpla frente a las expectativas de pluralidad e inclusión.

A los poblanos nos urge dejar de hablar de izquierda, yunques y etiquetas que siguen dividiendo y no suman a la polarización.

En política nada es soslayable y esta cercanía con el Gobierno Estatal vislumbra buenos tiempos, sin dejar de anteponer la autonomía municipal como el principio básico en una relación de respeto y colaboración.

Lalo fue cobijado por las figuras de un panismo nacional donde Los Calderón Zavala siguen siendo dupla polémica que a veces no suma, sino resta a sus compañeros de partido.

La concurrencia de la “clase política” local y de los personajes de la aldea nacional como la cargada de senadores, atestiguó el arribo del nuevo ayuntamiento.  

Ahí entre los asistentes, la acérrima opositora del Presidente Municipal, Genoveva Huerta aspirante a reelegirse en la dirigencia del PAN, no desperdició la foto con su “amigo”, el dirigente nacional de su partido Marko Cortés.

Muchas lecturas políticas vendrán en los próximos días donde literalmente Lalo Rivera tendrá que barrer, limpiar y sacar de los cajones a los cadáveres vivientes que heredó la 4T.

Como sociedad tenemos el compromiso de ser vigilantes, participativos y críticos para señalar los aciertos y desatinos de un gobierno municipal en curso, del que se espera un rescate de todo lo que alberga una gran ciudad como Puebla, a la que le urge una recomposición no sólo política, sino en todos los órdenes para fortalecer nuestra madurez como sociedad.

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